Desde hace 32 años, el 19 de septiembre ha tenido un significado muy especial para todos los mexicanos y especialmente para los chilangos. Cada 19 de septiembre, conmemorábamos lo que habían vivido en carne propia nuestros padres y desgraciadamente, una maldita coincidencia con probabilidad de 1.36%, ha dejado atrás aquellas narraciones y recuerdos para dar paso a una nueva narrativa, nuestra narrativa. El 19 de septiembre ya no será nunca más el del 85, el 2017, es ahora nuestro 85.
Cuesta trabajo pensar que 32 años después, un 19 de septiembre, otra vez, la Madre Tierra nos mostró su cara más negativa. Han sido 6 días en donde el sismo en Morelos nos ha partido el corazón. No hay persona que no haya querido ayudar, sumarse a las brigadas de ayuda. Decenas de miles de personas han salido a «echar una mano» a las calles, otros tantos millones han ayudado desde su casa por medio de donaciones, y miles otros en centros de acopio, llevando víveres, herramientas y todo lo que ha sido necesario y más.
Roma, la colonia eterna
Llegué en junio de 2004 a vivir a la colonia Roma (Sur), vivía en la esquina de avenida Insurgentes y la calle de Campeche, en el número 400. Tenía acceso a la azotea del edificio y de ahí podía ver parte de la ciudad, la Condesa por supuesto. Vivir en la Roma en esos momentos no era tan fancy, como lo es ahora, pero la Condesa quedaba muy cerca, era la zona de moda y muchos recuerdos se forjaron en aquella época.
Desde ese entonces, han sido cientos de veces las que he recorrido sus calles, sus restaurantes, sus bares. Ese martes negro, minutos después del temblor, camino a mi depa, con la incertidumbre de lo que podía encontrar, caminé por la Roma- Condesa. Las imágenes eran devastadoras, Amsterdam, Álvaro Obregón, El Pata Negra, Laredo, todas calles conocidas, todas devastadas. ¡Qué difícil será para sus habitantes volver a transitar sus calles sin pensar en lo ocurrido!
Pero, la Roma y la Condesa son colonias legendarias y se volverán a poner en pie con la ayuda de todos los que las queremos, necesitamos seguir visitándolas, paseando, consumiendo en ellas.
La Solidaridad
El mismo martes 19 salí a dar una vuelta a la ciudad para constatar con mis propios ojos qué había ocurrido. Era un completo caos, sólo la bicicleta me permitió moverme con agilidad. Rápidamente recorrí las calles de la Cuauhtémoc (mi nuevo hogar) para llegar a la Roma, Condesa: panorama aterrador. Al día siguiente, pude visitar la Del Valle, en mi camino vi como jóvenes y no tan jóvenes desalojaban sus edificios y esperaban la mudanza sobre avenida Nuevo León que ya era un caos, lo cual vaticinaba la situación en la colonia Del Valle.
Al recorrer avenida División del Norte, comprendí la gravedad de la situación, cientos de metros que se convirtieron en kilómetros de edificios acordonados y personas con sus pertenencias en las calles. Pero por cada metro de desastre, había voluntarios, en su mayoría jóvenes que respondieron al llamado de la memoria colectiva para ayudar, ¿a quién?, a quien fuera, a quien lo necesitara. Palas, picos, cascos, en moto, bicis, autos, autobuses, camionetas, a pie, todos queriendo ayudar. La solidaridad desbordada.
A diferencia del 85, en nuestro 85, la ayuda disponible es muy diversa, así conocimos cómo un grupo de comunicadores desarrollaron plataformas por medio de las cuales se podía verificar la información y las necesidades en cada punto de desastre. Otros, fueron reporteros callejeros que al documentar lo sucedido daban certeza de lo que pasó en la ciudad.
De un día para otro, habíamos pasado de una ciudad inhabitable, estresante, caótica a la mejor ciudad del mundo, todos comprometidos con una única causa, ayudar, seguir adelante. Entendimos que la Ciudad de México es de todos y asumimos la responsabilidad de levantarla, aun cuando muchos no vivan en ella. De un día para otro, el significado de ser mexicano se revalorizó y supimos que unidos, nadie nos para.
Seguir adelante
Han pasado 6 días desde la tragedia que golpeó fuertemente al centro del país y las heridas siguen abiertas, ¿cómo seguir adelante?
Hoy más que nunca tenemos que seguir adelante, con más entusiasmo que antes, redoblando esfuerzos y concentrando la energía en nuestros trabajos y ocupaciones, para que al salir de nuestros centros de trabajo o estudios podamos ir a echar una mano en centros de acopio y si está dentro de nuestras posibilidades, ayudar en la reconstrucción.
Nuestro 85, nos ha ayudado a abrir los ojos y a tomar con ambas manos el país que parecía que habíamos dejado ir. Será imperante denunciar el fraude de las inmobiliarias y la corrupción de las autoridades que otorgan los permisos de construcción. Así también, debe ser obligatorio revisar el sistema educativo para asegurarnos que brinde a los estudiantes oficios y carreras técnicas que permitan a toda la población tener habilidades para responder de mejor manera ante estos acontecimientos que seguirán golpeando a nuestro país. Fue desesperante, y la impotencia se esparcía por los centros de ayuda cuando los voluntarios pedían por herreros, carpinteros, plomeros y pocos, casi nadie, levantaba la mano.
Lo que está pasando en la Ciudad de México, Morelos, Puebla, Estado de México, debe servir como ejemplo para que nunca más dejemos que nuestro país, se nos vaya de las manos. Somos los jóvenes los que tenemos que tomarlo, abrazarlo, nunca dejarlo ir, porque hoy es más nuestro, que de nadie más.