La actitud es una palabra que a simple vista o por sí sola puede no llamar la atención, sin embargo, tiene un peso importante según la forma en que se aplique.
Bueno, la actitud, digamos que es algo así como las ganas o la apatía que puede tomar un ser humano frente a una determinada situación. Esta palabra se puede utilizar para bien o para mal dependiendo de las emociones y circunstancias por las cuales una persona esté atravesando.
Desde el punto positivo, podemos decir que, junto a la pasión, son el motor que nos impulsa a ir más allá de lo que conocemos o a lo que estamos acostumbrados. Es poder ver lo positivo y bueno de una circunstancia, e incluso podemos decir que es la armadura que podemos utilizar ante un problema o conflicto.
Cuando nos revestimos de actitud positiva, podemos realizar muchas de las cosas que nos hemos planteado hacer, nuestro lenguaje corporal cambia. Por citar un ejemplo, muchas personas se amilanan ante lo desconocido. ¿Quién no ha sentido temor cuando tiene que tomar un vuelo hacia un lugar que no conoce y cuyo idioma no domina?, pues sí, esto hace pensar a muchos antes de lanzarse a la aventura y conquistar un nuevo mundo.
Puedo dar fe que cuando alguien le pone ganas y eleva su espíritu, automáticamente se cubre ante las dificultades, algo así como un escudo protector.
Te voy a compartir una pequeña infidencia, el otro día platicaba con una de mis queridas amigas; Vivi, que hace poco retornó de un viaje espectacular, que por primera vez la llevó a Europa, y fui testigo del antes, durante y después de su viaje. Estuvo muy determinada desde el inicio a ir, es decir, la intención era ir o ir, no había opción. Además, tenía claro los lugares a los que iría y cuando llegó se dejó sorprender por las situaciones que le tocó vivir en su propia compañía.
Estas experiencias le permitieron darse cuenta y reafirmar lo capaz que puede llegar a ser para sobrepasar dificultades. El aprendizaje y la experiencia quedarán toda la vida en su memoria y serán su plataforma hacia nuevas vivencias. La actitud que tuvo en esta experiencia fue la clave de su éxito.
Cuando se tiene clara la meta es mucho más sencillo llegar a ella, la actitud hace la diferencia, pues permite marcar hitos, ya que es probable que existan obstáculos a sortear que pueden hacerte flaquear. Sin embargo, si hay ganas, determinación, empeño y mucho corazón hacia lo que te enfoques, simplemente la vivencia será positiva y el resultado que consigas, el soñado. Es una experiencia ganar – ganar.
Al tener una actitud positiva tienes asegurados: ganancias anticipadas, mucha automotivación y los resultados obtenidos van a hacer que te sorprendas de todo aquello de lo que cada uno es capaz de conseguir al final de la meta.
La buena actitud que le pongas a la vida va a permitirte mirar cuán afortunado eres desde todos los aspectos de tu vida, mismos que muchas veces das por sentado.
Mirar la vida con ese brillo en los ojos y con la ilusión de hacer algo posible va a permitirte llevar una vida sin límites, en libertad y con capacidad de poder decidir dar un paso hacia adelante; muchas veces incluso a lo que no conoces para vivir una de las mejores experiencias. No hay mucho qué pensar, y sí mucho qué ganar, puesto que somos seres capaces de realizar lo que nuestra mente conciba. Recuerda, estamos de paso, y cada cosa que se haga o se deje de hacer va a tener impacto en nuestro vivir.
La actitud es como dice el refrán: “Si del cielo te caen limones, pues aprendes hacer limonada”. Sacar provecho de una mala experiencia y mirar el aprendizaje como una oportunidad única de crecimiento.
Cada uno tiene variadas opciones para reaccionar ante una eventualidad, mientras más positiva sea tu actitud, mucho más feliz va a ser el desenlace. Nadie más que tú para elegir dar ese voto de confianza para una vida mejor.
Que lo que no sirve, no interrumpa tu paso y que tu actitud marque la diferencia. No le des cabida a pensamientos tóxicos que empañen o boicoteen tus sueños, pon un alto cuando esas voces del no puedo lleguen a ti.
Sintonízate con la buena vibra y cuando comiences ese viaje, vas a darte cuenta que muchos se unirán en tu caminar y querrán ir junto a ti; serás algo así, como un faro de luz. Vive con esa pasión que hará posible encender la sangre en tus venas.

Ecuatoriana, nacida en la ciudad de Quito; primera ciudad declarada como Patrimonio Cultural de la Humanidad. Estudió Administración de Empresas y es Máster en Auditoría y Finanzas. En la actualidad se desempeña como Gerente a cargo del área de Precios de Transferencia en PwC Ecuador. Ha participado en varios cursos de capacitación y formación Argentina, Chile, Colombia, Ecuador y Estados Unidos en temas relacionados a finanzas y tributación.
En complemento a su carrera se certificó como Máster Practioner en Programación Neurolingüística y realizó una especialización como NLP Coach.
Gusta de trotar y meditar como parte de su crecimiento personal.