Eran alrededor de las 7:30 a.m. del pasado jueves 18 de mayo, yo me vestía y preparaba para irme al trabajo; en esta rutina, me acompañaba la televisión encendida en el noticiario matutino. A decir verdad, no le prestaba mucha atención, hasta que en el resumen se escuchó una canción conocida.
«In your house I long to be.
Room by room patiently […]«
Era “Like a Stone” de Audioslave… y en el bullet de la pantalla chica: “Fallece Chris Cornell a los 52 años”.
El líder de la banda Soundgarden, había muerto, se había suicidado. Como si estuviera escrito; Cornell, no pudo escapar del inevitable e ineludible destino (al igual que sus contemporáneos Kurt Cobain, Scott Weiland y Layne Staley) de una muerte trágica al estilo grunge.
Con la noticia, el sentimiento de desolación no tardó en llegar, y es raro, porque no puedo describirme precisamente como la fan número uno de Chris Cornell pero me gustaba su estilo, su música, su distintivo tono de voz y sobre todo el carisma y energía que irradiaba.
El vacío de su muerte, también trajo una sensación de nostalgia, pues él, también era parte importante del género grunge[1]; ese sonido de Seattle que formó parte del soundtrack de mi vida y de mi época adolescente.
Mientras trataba de comprender este trago amargo, vino a mi cabeza la película Singles, esa gran oda al movimiento grunge, dirigida por el aclamado Cameron Crowe, y que como anécdota, pudo ver la luz (después de 9 meses enlatada), gracias al explosivo éxito del Nevermind de Nirvana que puso a Seattle en la mira del ojo público en los 90. La película es una comedia “romántica”, que se nutre de esta corriente cultural para contar los vaivenes de un grupo de solteros y lo complicado que les es establecer relaciones “adultas” de pareja.
La trama en sí, es sólo un pretexto, la historia de Singles está al servicio de la música, que cumple con el objetivo de transmitir el mood de la época, a través de la presencia musical y “actoral” de Alice in Chains, Soundgarden y Pearl Jam (en sus inicios), donde un desconocido Eddie Vedder contribuye con la canción State of Love and Trust, que en cierto modo a mi parecer, refleja el alma de la película.
La presencia de Chris Cornell es breve, con un cameo bastante simpático y una presentación en vivo de Soundgarden tocando Birth Ritual. No obstante, aunque lo vemos alrededor de tres minutos en pantalla, la contribución que hizo, junto con Jeff Ament en el soundtrack y el score del filme, es fundamental en la estructura musical que escuchamos a lo largo de la película.
Contrario a la visión depresiva y desolada de Kurt Cobain y Nirvana, Singles nos muestra un lado optimista del grunge, una mirada enfocada principalmente en el proceso creativo de la música, en la camaradería entre bandas, en la energía de tocar en vivo, y sobre todo, en el sentimiento rebelde y transgresor que provoca la música como válvula de escape, la que nos hacer recordar lo maravilloso que es sentirse vivo.
Chris Cornell fue un verdadero innovador, arquitecto musical y pionero en la vanguardia del movimiento grunge de Seattle. Cuyo legado perdurará en Soundgarden, Temple of The Dog, Audioslave y en sus discos como solista.
Debo confesar, que ingenuamente, después de ver Singles proyecté a Chris Cornell como un músico relajado, lleno de fuerza y con un carácter tranquilo y amable. Irónica y sorpresivamente con la noticia de su muerte quedé impactada con el estado de dolor que aparentemente padecía.
¿Sería una víctima más del lado sombrío del grunge? Y por otro lado, ¿a estás alturas, el grunge puede ser considerado un estilo de vida?
Musicalmente este género floreció, gracias a que fue una bocanada de aire fresco al glam metal, pop de sintetizadores y rap de denuncia que se escuchaba en la década de los 80.
El grunge, a diferencia de estos géneros, es una mezcla de rock-punk-metal, una distorsión, sucia pero fuerte a la vez, que se caracterizaba de hacer buenas y sencillas composiciones sin caer en la mediocridad simplona, ni en el exacerbado tecnicismo.
El género marcó una época de romper guitarras, saltar del escenario e ir por la vida con una actitud y estética desaliñada. Nirvana, Pearl Jam, Soundgarden, Stone Temple Pilots, Helmet, Sonic Youth, Hole, Alice In Chains, L7, Mudhoney fueron algunos de los principales estandartes del movimiento.
Por otro lado, el grunge fue la voz de toda una generación joven, que compartía un sentimiento de dolor y desilusión hacia el supuesto american way of life. Fue así que las canciones, las bandas, los conciertos y sobre todo las drogas, se convirtieron en un refugio personal para vivir y sobrevivir al status quo de inicios de los 90.
Como era de esperarse, la escena cruzó al territorio mainstream que se haría cargo de globalizar el estilo, y sumado al modo de vida autodestructivo de algunos de sus músicos, las bandas emblemáticas vieron como el sentido de todo se iba lentamente a la basura.
En los años posteriores se trató de extender el grunge cómo género pero ya no como un movimiento, y surgieron ecos de bandas como: Smashing Pumpkins, Bush, Candlebox, Foo Fighters, Days of the New, Silverchair, Staind, Creed, etc.
Con la muerte de Chris Cornell, pareciera que se desvanece poco a poco el género pero pese a las altas y bajas, el grunge fue, es y será más que una estética pasajera. A pesar del paso del tiempo, para mí y (supongo que para muchos) permanece vigente. A estas alturas, sólo podemos aseverar, que este movimiento fue el principal generador de un hambre musical, que acabaría marcando su viaje personal, profesional y emocional. Finalmente solo queda por decir:
¡Cuidemos a Eddie Vedder!
“Sometimes the rules get hard, oh.
But if somebody left you out on a ledge.
If somebody pushed you over the edge.
If somebody loved you and left you for dead
You got to hold on to your time till you break.
Through these times of trouble”.
Referencias
[1] Nota en el diario El País sobre Chris Cornell y su legado en la escena musical del rock en: http://elpais.com/elpais/2017/05/18/icon/1495101040_976234.html, consultada el 29 de junio de 2017.