Tenemos por primera vez a una coalición encabezada por el futuro presidente Andrés Manuel López Obrador, que amalgama a fuerzas y a actores de todos los signos, historias y trayectorias posibles. Participa gente de notable seriedad y prestigio internacional, y otros cuantos ex convictos, strippers y personajes de muy dudoso pasado.
Esto es una realidad, fue la abrumadora voluntad popular la que decidió que ellos nos gobernarán. Y como dice el propio presidente electo, López Obrador: “Ahora soy el presidente de todos los mexicanos”. Y qué decir si, en efecto, “El pueblo es sabio, nunca se equivoca” y “A lo hecho pecho”.
Inédito también ha sido el hiperactivismo que ha mantenido NUESTRO PRESIDENTE ELECTO e inverosímil el repliegue absoluto del gobierno federal en funciones. Algunos comentan que no se sabe qué esperar el 1º de diciembre, cuando formalmente ocurra la transición de poderes: si un discurso más de la visión mesiánica del nuevo presidente o, de plano, si será su Primer Informe de Gobierno. Estoy ansioso de conocer la manera en que se ejerció el presupuesto entregado al Equipo de Transición y su adecuada comprobación. Y también me gustaría que el Poder Judicial y la Secretaría de la Función Pública se pronunciaran sobre el carácter que guardan los ciudadanos que han abrevado de ese presupuesto de transición. ¿Son servidores públicos o no lo son? Y, en consecuencia, ¿están sujetos a los derechos y obligaciones que impone la ley a la burocracia o no?
Es un hecho que los mexicanos conoceremos una forma de gobernar sin precedentes. La institucionalidad presidencial se ha quitado la corbata y se ha bajado del pedestal. ¿Es esto bueno o no? Está por verse, en tiempos en que parece que lo único que conserva el respeto general, tal vez, es la Virgen de Guadalupe. Y eso sólo entre algunos.
De pronto parece que, tantos años en campaña de nuestro presidente electo, lo han llevado a decir una frase precisa para cuestionar cada una de sus propias acciones. Por ejemplo, es el caso del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM) y la consulta popular que organiza. Ha dicho AMLO: “Al margen de la ley, nada; por encima de la ley, nadie”. ¿Resiste la prueba de tan deseables conceptos, la organización de la consulta popular sobre el caso de referencia? Tal parece que no.
Claramente la consulta popular sobre el NAICM no resistió la prueba de legalidad, pues si bien la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos prevé la figura de “consulta popular”, especifica que esta consulta deber ser convocada por el Congreso de la Unión a petición del presidente de la República. Después la Suprema Corte de Justicia de la Nación debe resolver la constitucionalidad de la materia de consulta; y, finalmente, es el Instituto Nacional Electoral el encargado de organizarla y declarar los resultados.
Sin embargo, es claro que la consulta popular va a ser un elemento de decisión para el próximo gobierno, pese a las evidentes objeciones legales y técnicas. Así que, ¿en qué quedamos señor presidente electo?
EN PERSPECTIVA, aquello de “Al margen de la ley, nada; por encima de la ley, nadie”, ¿era puro discurso de campaña?
Roberto es actualmente Presidente de la Sociedad Mexicana de Estudios de Calidad de Vida, iniciativa pionera para favorecer el desarrollo humano.
Empresario & Activista Social (Discapacidad e Inclusión); RSE; Columnista; Politólogo; Comunicólogo; Abogado; Conferencista.