Nunca antes la fila en las cajas de un supermercado había sido tan productiva para la vida de un país. En 2013, para México, el tiempo que pasó el reportero Rafael Cabrera esperando en una de esas filas terminó por convertirse en la historia que marcó la administración del presidente Enrique Peña Nieto.
Cabrera, en mayo de ese año, revisó la edición de la revista ¡Hola!, en la que la primera dama de México, Angélica Rivera, presumía la casa en la que su familia viviría una vez que Peña Nieto terminara su gobierno y dejaran la residencia oficial de Los Pinos.
Si esa entrevista en ¡Hola! era al menos curiosa para el reportero, el reportaje que publicó meses después su competencia, Quién, levantó las suficientes sospechas: la revista reportó que la casa se ubicaba en la exclusiva colonia de las Lomas de Chapultepec y el arquitecto encargado de su edificación era Miguel Ángel Aragonés. Esa vivienda, sin embargo, no aparecía en la declaración patrimonial del presidente de México.
En unos primeros intentos por descubrir qué estaba sucediendo, Cabrera encontró la dirección exacta de la casa y el nombre de quien aparecía en el registro público como su propietario, la empresa Ingeniería Inmobiliaria del centro, subsidiaria del conglomerado Grupo Higa.
Cabrera logró avanzar en su investigación con la ayuda de un taller que elaboraron en la Ciudad de México el colombiano Carlos Eduardo Huertas y el argentino Daniel Santoro, dos reconocidos periodistas quienes le ofrecieron nuevos caminos que podría tomar para continuar con su reportaje.
No obstante, fue en un taller con Daniel Lizárraga, quien entonces era el jefe de la unidad de investigaciones del noticiero de Carmen Aristegui, donde Cabrera logró obtener mayores avances en su indagación.
Cabrera encontró que Higa –propiedad del empresario Juan Armando Hinojosa– era la holding de varias subsidiarias, entre ellas Eolo Plus, una empresa que había ganado contratos con el gobierno de Peña Nieto, mientras éste fungió como gobernador del Estado de México. Así, el reportero empezaba a encontrar piezas clave de un rompecabezas enorme y, aunque consideraba que estaba a punto de tener una gran historia, en realidad el camino apenas empezaba.
En abril de 2014, Cabrera recibió una invitación de Lizárraga para unirse a un equipo de investigación que realizaría reportajes especiales para el programa de radio que conducía Aristegui en las mañanas. Una vez en ese grupo, en el que también estaban los reporteros Irving Huerta y Sebastián Barragán, el reportaje obtendría mayor forma.
Los cuatro reporteros empezaron a recabar más piezas del enorme rompecabezas. Un primer paso fue comprobar que en realidad esa casa era de Peña Nieto, pese a que el registro público de la propiedad decía otra cosa. En ese momento un comentario que había llegado a Cabrera fue esencial.
Haciendo uso de una solicitud de acceso a información, Cabrera preguntó la razón por la que el Estado Mayor Presidencial estaba resguardando una casa en las Lomas de Chapultepec. Días después, la respuesta a su duda confirmó una parte esencial del reportaje: ese grupo élite tenía que estar allí porque su deber es proteger y garantizar la seguridad del presidente del país, incluso en su domicilio.
La siguiente parte consistió en la creación de bases de datos que dieron cuenta acerca de los contratos que Grupo Higa, a través de sus filiales, obtuvo durante el gobierno de Peña Nieto en el Estado de México. Con esas licitaciones, el conglomerado del empresario Hinojosa Cantú obtuvo alrededor de 8 mil millones de pesos.
Además, los reporteros recopilaron información adicional. Fue importante recabar los contratos que esas empresas obtuvieron con la administración mexiquense anterior (Arturo Montiel) y el tiempo transcurrido de la posterior (Eruviel Ávila), para poder tener una base de comparación acerca de la cantidad de obras, bienes y servicios que Higa había obtenido con Peña Nieto en comparación con otros gobernadores.
Otra fase importante del reportaje incluyó un avalúo independiente de la Casa Blanca con la que los periodistas pudieran tener una idea de la magnitud del caso que estaban indagando. Con la estimación del valor de la propiedad, por cerca de 86 millones de pesos, el proyecto cobró otro sentido y la vivienda podría incluso haber sido renombrada a La Mansión Blanca (alrededor de siete millones de dólares de ese entonces).
Así, los reporteros continuaron por varios meses recopilando información para asegurarse que cada letra redactada en el trabajo final estuviera respaldada, los contratos de las empresas con el gobierno del Estado de México (organizados en bases de datos), la cercanía entre Hinojosa Cantú y el presidente, y cómo evolucionó la relación entre Peña Nieto y su esposa, Angélica Rivera.
Al final todo parecía estar llegando a un final en el que el reportaje revelaba que un contratista ganó contratos millonarios durante el gobierno mexiquense de Peña y ese empresario luego había construido una mansión para el mismo funcionario una vez que llegó a la presidencia.
Sin embargo, había una parte adicional que los reporteros aún no esperaban y que daría un toque especial al reportaje.
El 15 de octubre de 2014 la Secretaría de Comunicaciones y Transportes anunció el ganador de la licitación para la construcción de uno de los proyectos que sería emblemático para la administración de Peña Nieto. Un consorcio liderado por la compañía China Railway Construction, en conjunto con las empresas Constructora y Edificadora GIA+A, Promotora y Desarrolladora Mexicana, GHP, Infraestructura Mexicana y Constructora Teya.
Esta última compañía probó ser no solo un eslabón crucial en la historia, sino un ejemplo del por qué el uso de metodología, orden y una visión amplia son importantes para el desarrollo de cualquier reportaje.
Lizárraga y su grupo realizaron diagramas de flujo empresarial, líneas simultáneas de tiempo y otras herramientas –aprendidas de reporteros suramericanos– para tener organizada y sintetizada la información de manera que el desarrollo del trabajo fuera más eficiente e incluso agradable.
El reportero Sebastián Barragán encontró dentro de las bases de datos elaboradas por el equipo, que Teya era una de las filiales de Higa y con ello el trabajo periodístico cobraba otra relevancia.
El millonario contrato para la obra que uniría la Ciudad de México con la de Querétaro, a través de un tren de alta velocidad, quedaba en manos del mismo empresario que construyó una mansión para el presidente y que, al menos hasta ahora, no sabemos si alguna vez cobró.
En los días posteriores el equipo liderado por Lizárraga afinó detalles del reportaje y lo preparó para publicarlo en el portal Aristegui Noticias. Además, le mostraron una parte del trabajo a reporteros nacionales y corresponsales de medios extranjeros para maximizar el impacto de la noticia.
En noviembre de 2014, un año y medio después de que Cabrera vio la revista Hola! en la fila del supermercado, la nota salió y empezó a cobrar víctimas a su paso. Sin embargo, no las que uno esperaría.
Unos meses después, los reporteros perdieron el trabajo que tenían en la estación de radio para la cual laboraban, Aristegui terminó en medio de demandas judiciales contra los dueños de la emisora, el equipo de periodistas ganó prácticamente todos los premios periodísticos que pudieron haber obtenido en México y Latinoamérica por el reportaje y el presidente anunció que abriría una investigación a través de la Secretaría de la Función Pública (que reporta directamente al presidente) para indagar sobre un posible caso de conflicto de interés. El resto de la historia ya lo conocemos.
Nota: este muy breve resumen está basado en varias entrevistas ofrecidas por los autores de la obra y publicadas en YouTube, así como en un libro que Lizárraga, Cabrera, Huerta y Barragán escribieron para contar el detrás de cámaras de la historia y de paso dar una cátedra de periodismo. El libro se llama La Casa Blanca de Peña Nieto, cuenta con un prólogo redactado por Carmen Aristegui y es muy recomendable que, si están interesados, lo lean ya que ahí se encuentran todos los detalles sobre el reportaje y mucho de lo que sucedió después de que la historia saliera a la luz pública.