Recientemente el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI) de México liberó las cifras nacionales sobre la magnitud del fenómeno del suicidio en nuestro país. Las revelaciones presentan diversos aspectos que muestran un panorama de claroscuros que merecen análisis e interpretación independiente desde la perspectiva de las políticas públicas de bienestar.
De entrada, es necesario definir el concepto y su contexto. Suicidio es el «acto de quitarse deliberadamente la propia vida». Situación generada como consecuencia de desesperación derivada o atribuible a una enfermedad física o mental, y en el que frecuentemente influyen diversos factores de estrés como dificultades financieras o problemas en las relaciones interpersonales.
A nivel mundial
Actualmente, a escala global, aproximadamente 800 mil personas se quitan la vida cada año. Esto surge de una tasa anual mundial de suicidio ajustada según la edad, de 11.4 fallecidos por cada 100 mil habitantes.
El suicidio no solamente se produce en los países de altos ingresos, sino que es un fenómeno global que afecta a todas las regiones del mundo. De hecho, por el contrario, en 2015 más del 78% de los suicidios tuvieron lugar en países de bajos y medianos ingresos. Y no son países desarrollados ni subdesarrollados los que presentan las más altas tasas de prevalencia, sino una combinación de ambos, lo que disminuye considerablemente la significancia de la variable económica como causal principal del suicidio.
En contraste, la variable de relaciones personales cobra más sentido cuando confirmamos que la discriminación se establece como una de las principales causas probables del suicidio. Lo anterior destaca en las elevadas tasas de este fenómeno entre los grupos vulnerables objeto de discriminación, por ejemplo, los refugiados y migrantes, las comunidades indígenas; la comunidad LGBTTTI (lésbico, gay, bisexual, transexual, transgénero, travesti e intersexual).
El suicidio en México
En nuestro país durante 2015 se registraron 6 mil 285 suicidios, lo que representa una tasa de 5.2 fallecidos por lesiones autoinfligidas por cada 100 mil habitantes. Es necesario destacar que si bien esta tasa no varió con respecto al año anterior (2014); deriva de una tendencia a la alza originada en el año 2000, cuando la tasa era 3.6 suicidios bajo el mismo parámetro.
Se trata de un alarmante crecimiento del 31% en 15 años, según cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el propio INEGI. Por cierto, llama la atención que coincide el periodo con el proceso de alternancia partidista en el Poder Ejecutivo Federal, quizá la incertidumbre e inseguridad pública iniciada en ese periodo pudo causar algún efecto en la estabilidad emocional de la población (una hipótesis de trabajo).
No obstante, si bien es cierto que el crecimiento que experimenta nuestro país en este fenómeno es notable, vale la pena contextualizarlo con las cifras existentes de porcentaje en el 2012 puestas a disposición por la OMS referente a otros países. Para ese año, países como Guyana (44), India (21), Rusia (19), Japón (18), Chile (12), Estados Unidos (12), Francia (12), Argentina (10), China (7) y Brasil (5), por mencionar sólo algunos, ya experimentaban tasas superiores de suicidio respectivamente.
A nivel subnacional
Las entidades federativas que en 2015 tuvieron mayores tasas de suicidio por cada 100 mil habitantes, fueron Chihuahua (11.4), Aguascalientes (9.9), Campeche (9.1) y Quintana Roo (9.1). Por su parte, Guerrero (2.1), Morelos (2.3) y Veracruz (3.0) presentaron las tasas más bajas.
Al comparar con las tasas presentadas en 2014, se observa que las entidades federativas que presentaron mayor crecimiento fueron Chihuahua, Zacatecas y Colima, en tanto que la Ciudad de México, Campeche y Veracruz presentaron una menor tasa en relación al año previo.
Lo anterior, cuestiona la preponderancia de la situación económica como principal variable explicativa del suicidio, al menos en México, ya que estados con importante dinamismo económico como Chihuahua, Quintana Roo, Sonora y Guanajuato presentan tasas superiores a la media nacional; mientras que otras entidades copadas por la pobreza, la delincuencia y la descomposición social como Guerrero, Morelos, Veracruz, Michoacán o Oaxaca, presentan un mejor desempeño.
Mensajes clave
- La tasa de suicidios es un indicador relevante para explicar los procesos de evolución del bienestar social integral y el impacto de las políticas públicas en nuestras sociedades
- El incremento del nivel educativo y el fortalecimiento de las relaciones interpersonales en las comunidades son medidas preventivas efectivas en la reversión de la tendencia al suicidio
- Pese al sensible incremento de la tendencia al suicidio en México, las cifras nacionales colocan a nuestro país a la mitad de la media global, lo que debe interpretarse como una expresión positiva de nuestro modelo de desarrollo, pese a las distorsiones prevalecientes
- Es necesaria una segunda valoración de los modelos paradigmáticos de desarrollo existentes en otros países, cuando vemos que Chile, Estados Unidos o Francia presentan tasa de prevalencia del suicidio que duplican la existente en México
Finalmente, no podemos olvidar que las decisiones de política pública terminan impactando a seres humanos, con emociones y aspiraciones, con miedos y necesidades, gobernar pensando en ellos nos permitirá brindarles la oportunidad de . . . Vivir con Sentido.
Roberto es actualmente Presidente de la Sociedad Mexicana de Estudios de Calidad de Vida, iniciativa pionera para favorecer el desarrollo humano.
Empresario & Activista Social (Discapacidad e Inclusión); RSE; Columnista; Politólogo; Comunicólogo; Abogado; Conferencista.