Las discusiones sobre el cómo, dónde y qué cine «debe» verse están a la orden del día. De las pocas cosas que este año se le agradece al Festival de Cannes, es traer el cine a la mesa para discutirse. Algunas películas ya llegarán a las salas o espacios alternativos para verlas si alguna casa de distribución decide que en México hay suficiente mercado para verlas. Otras, definitivamente no llegarán. Asimismo siempre existirán los festivales, cineclubs, las plataformas web y piratería especializada para llegar a ellas.
Soy de los que disfruta estar en la sala de cine, en la oscuridad y en silencio. Como hacía mucho no sucedía, pude ir al cine y ver dos películas en un mismo día (Alien Covenant de Sir Ridley Scott y Yo, Daniel Blake del grandioso Ken Loach). Una hora antes, había estado en la presentación de 3 documentales cortos filmados dentro del primer Reto DocsPuebla, proyectos que fueron filmados en un máximo de 100 horas y proyectados en las salas de cine del Centro Cultural Universitario de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.
Dicho proyecto es iniciativa de Docsmx Festival Internacional de Cine Documental de la Ciudad de México, del Instituto Municipal de Arte y Cultura de Puebla y de Parábola Producciones; los 3 trabajos tienen un carácter independiente y buscan continuamente espacios que ayuden a su proyección y promoción.
También soy de los que disfruta estar en la sala de mi casa, en la oscuridad silenciosamente viendo el cine que me gusta ver. Ahí, tengo la ventaja de poder ver el cine que no pude, el que quiero y necesito ver, pues las nuevas tecnologías me permiten hacerlo.
Aunque ese cine lo veo en una pequeña tableta, no por eso lo disfruto menos. En la sala de mi casa es pues, en donde he visto la mayor cantidad de cine posible y también, la que me ha formado en él.
Para mí, mirar y vivir el cine es una experiencia personal y colectiva al mismo tiempo. Casi nunca verbalizo mi experiencia con la cinta, sin embargo en ocasiones de repente me sorprendo charlando con la pantalla. Y es, precisamente esto, hablar con la cinta y los personajes, lo que es el cine.
Este espanto, gracia, sorpresa e insulto son emociones que el cine genera y nunca dejará de hacerlo. ¡Qué bueno que así sea!
No obstante, también existe ese otro personaje que va al cine y mira la sala como una extensión del parque o la mesa de café. Este sujeto no tiene remedio, hay poco que hacer por él, porque en mi parecer no va al cine a lo que yo supondría que todos vamos, a lo que yo voy. Él lo hace como una forma de socializar. ¿Serenidad y paciencia para ese pobre sujeto? Por mi parte, no siempre y no todo el tiempo.
Además creo que podemos mirar las alternativas que se ofrecen en los espacios que están fuera del circuito comercial, como en la programación de los festivales y los cineclubs, pues ahí es donde podemos darnos cuenta de que el cine es mucho más que un par de horas para «perder el tiempo y olvidarnos del diario acontecer», es en estos espacios donde este encuentra su lugar como medio de expresión artística, cultural y popular.
El cine, pues, es para todos y, por ende, debe ser asequible.