No sabía si debía encerrar esta cuestión con signos de interrogación, de admiración o dejarla en paz. Se ha vuelto algo así como ¿qué fue primero, el huevo o la gallina? Tanto así que podemos armarnos de valiosos argumentos que confirmen o destruyan la una y la otra. También podemos escuchar a un A que asegure científicamente que la una es la respuesta correcta, e igualmente a un B que afirme lo es la otra.
Recuerdo que en la escuela, ya fuera como parte de las actividades del día o como tarea, cuando se mencionaba la palabra escrito, relato, ensayo o las famosas composiciones, todo el mundo temblaba. La parte difícil no era en sí el trabajo que implicaba hacerlo, sino lograr comenzar.
Una hoja en blanco se convertía en un verdadero campo de batalla. Yacía en frente de ella con una maraña de ideas revoloteando en mi cabeza que peleaban por la mayor jerarquía, sin poder vislumbrar siquiera cuál era el principio.
No obstante, eso no pasa cuando se trata de escribir en una red social o en un chat, por lo menos a mí no me tiembla la mano cada vez que doy like a una publicación de Facebook o dejo un comentario en la foto de uno de mis amigos virtuales. No me resulta en absoluto complicado compartir un estado o responder las siete conversaciones en los diferentes chats que mantengo a lo largo del día, tampoco he sabido de nadie para quien represente una tortura cada vez que se propone escribir en cualquiera de estos medios.
Tal vez parte de nuestra respuesta la tengan aquellos que dicen que “de poetas y locos, todos tenemos un poco”. Esta frase me recordó a Leopoldo, el quinceañero novio de mi sobrina que evocaba el brillo de la luna y lo comparaba con sus ojos. También estoy de acuerdo con lo de la locura, porque las corduras nunca han vendido, y ahora no son leídas ni en el WhatsApp.
Si bien es cierto que en la era digital en la que vivimos cualquiera escribe porque puede, no faltará quien levante la voz y orgullosamente diga: yo escribo, Word corrige. Otro más que sienta tranquilidad, porque en los chats y redes sociales puede escribir 2 mil caracteres de corrido, sin signos de puntación y la letra “k” fungiendo como conjunción (que), pregunta (qué) e incluso sílaba (ca), y aún así obtener miles de likes y cientos de veces compartido, pues al fin, lo importante es expresarse, sacarlo, decirlo, escribirlo…
El caso que aquí nos atañe y digo nos, porque si no, no seguirías leyendo hasta este punto, es que efectivamente cualquiera puede escribir, ¡ah! pero no cualquiera puede expresar en papel exactamente lo que quiere decir y como quiere decirlo. ¡Si lo sabré yo! Quien alguna vez subestimó el peso de la palabra escrita, entregó una carta mal expresada y le valió perder a su mejor amiga.
En fin, que decir en papel y correctamente, justo lo que se quiere o se necesita (sin paja, sin rodeos, pero elocuente y con gracia) no es tarea fácil que se tome a la ligera.
A las pruebas se remite esta servidora quien para ser capaz de plasmar estas letras que se han dignado a formar palabras y a su vez oraciones elocuentes, ha tenido que picar piedra, bueno en su caso teclas y más teclas en cuanto medio de comunicación se le ha puesto enfrente, solo para no volver a perder a ni un solo lector más.