El esfuerzo individual: Reciclar nuestra basura como un modo de vida.

El esfuerzo para que sucedan cosas.


Con frecuencia olvidamos que para que las cosas sigan funcionando, hay que invertir tiempo y esfuerzo. En nuestras casas, hay una tendencia natural a que los objetos se desordenen, hay que corregir día a día y limpiar lo que se ensucia, mantener lo que se gasta, acomodar lo que cambia de lugar. Estar en la casa, recostarse en el cuarto, ducharse, comer en la mesa del comedor, cocinar y hacer un postre.

Todo genera caos, genera suciedad y desorden.  Aun si no utilizáramos nada; si no nos acostáramos en la cama, y si no ocupáramos los muebles, si no tuviéramos gato; todo se llenaría de polvo de igual forma. Si no viviéramos en la casa, al final de cuentas los materiales se desgastan solamente por el hecho del paso del tiempo el clima y la intemperie.  Conocemos muy bien la lógica de invertir tiempo y esfuerzo en “mantener” las cosas en orden y funcionando.

Subir el grado de dificultad.


Todo en esta vida representa un esfuerzo. Un “algo” adicional que siempre debe colocarse para que sucedan cosas en nuestra vida. Levantarse por la mañana (aventarse de la cama); ir al trabajo; preparar el desayuno y hacer un jugo de naranja. Todo es un trabajo adicional que requiere voluntad. Porque lo contrario es más sencillo; lo opuesto significa la comodidad total, la pereza. Es decir no hago nada y mejor me quedo mirando las manchas del techo y no me levanto de la cama. Al principio puede ser viable. Justo esa experiencia sucede cuando se toman unas vacaciones. Pero es imposible sostenerlo por mucho tiempo. La inactividad termina siendo aburrida y enfermiza.

Existen actividades que comprometen esfuerzos mentales y físicos. Dichos esfuerzos serían la representación de un compromiso moral de mantener nuestro entorno como lo conocemos. No peor; pero quizá mejor. Muchas cosas corresponden a lo cotidiano; al día a día. Para muchos es absurdo y parte de una comedia. “Que lo haga alguien más, yo para qué. ¡Y yo por qué!”. Para otros: un régimen de vida.

Involucrando la mente


El esfuerzo mental equivale a los procesos donde participa el juicio y la razón:

  • Tomar la decisión de llevar contigo el envase retornable de la bebida gaseosa, para no volver del supermercado con una botella de PET que terminarás botando a la basura.
  • Antes de salir al supermercado debo recordar llevar mis bolsas de reutilizables.
  • Hay que retirar el SI automático cuando el joven empacador en el supermercado te pregunte: ¿Con bolsas de plástico? Y responder: NO, todo en mi bolsa.
  • Aunque las bolsas de plástico del supermercado las utilices para la basura; hay una gran diferencia entre las que realmente utilizas para la limpieza y las que acumularías si las recibieras a la misma velocidad como te las ofrecen.
  • Incluir el criterio de “empaque” cuando hacemos las compras. Hay posibilidades reales de hacer una diferencia entre marcas del mismo producto y no solamente el precio. El empaque es utilizado para desatar las estrategias de mercadotecnia y potenciar el consumo. No está sobrado pensar dos veces.

A movernos un poco


El esfuerzo físico tiene que ver con pequeñas actividades que se diferencian de solo tirar la basura.

  • Vaciar, enjuagar y secar los recipientes; almacenarlos hasta que los puedas llevar al centro de acopio.
  • Si tienes oportunidad de compostar los residuos orgánicos, es un trabajo periódico de supervisar y mantener el proceso.
  • Existe un esfuerzo inherente al tener que acudir al Punto Limpio o centro de acopio. Hay que caminar y eso cuesta trabajo y está fuera de nuestra programación de vida.  Y justamente es la parte central del fracaso de muchos de los programas de reciclaje:  Es voluntario, hay que trasladarse al punto de recolección a dejar los residuos.  Muchos optan por no hacer nada que es la situación de menor esfuerzo.

Separar no es reciclar.


Llevar el residuo a quien le da tratamiento o un segundo uso cambia el panorama. Desestimamos las iniciativas de recolección, reutilización y reciclaje al no imaginar la cantidad de residuos que se pueden llevar para su aprovechamiento; como electrónicos, ropa, llaves de bronce, vidrio, tapitas, pilas, residuos tecnológicos.

Lo anterior no debe ser tomado como un discurso ambientalista, ni tampoco un tema sobre expuesto y trillado. Es un concepto vigente (aunque no lo creas), de ejercer individualmente la fuerza de acción que permita corregir actitudes frente a la generación de residuos.

Es importante dimensionar el problema y despegarnos del concepto de que como la “basura” no la vemos, entonces no hay que ocuparse de ella. Los residuos están más cerca de lo que creemos. Genera problemas en factores ambientales como el aire, el suelo y el agua. ¿No son razones suficientes?

El esfuerzo individual no debe desdeñarse; cuenta con una fuerza de cambio que ha llevado a ciertas comunidades a destacarse de otras; y a las naciones de progresar en mayor medida que otras.  La suma de lo individual como factor de construcción del ambiente local y comunitario. La sociedad organizada como medio y fin de la conservación del entorno.

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