Antes de iniciar este texto, les explico algo sobre mi persona, soy un individuo tremendamente desconfiado, algunas experiencias (más bien muchas en realidad) me han hecho ver los claroscuros de un día soleado. En otras palabras, soy el clásico personaje que en un día de campo, mientras todos dicen “hace un hermoso día”, yo salgo con mi “al rato llueve”.
Antes de que alguien me ponga la etiqueta de individuo tóxico -cosa que no creo ser, tampoco- quiero aclarar que esa desconfianza la considero, con todo, una desconfianza sana, por que cuando resulta que el día de campo antes mencionado se realizó sin contratiempos, yo sonrío y disfruto del sol, mas si resulta que las nubes se cierran y las primeras gotas caen tampoco me preocupa, ya que yo sí llevaba sombrilla.
En ese sentido, mi “desconfianza” busca ser “previsión” ante todos los escenarios posibles, y por ello quiero retomar algo dicho por nuestra colaboradora Arely Reyes (recomiendo su texto vehementemente aquí mismo, en LandingMX «La esperanza triunfó» ) para lo cual la voy a citar:
Ayer decidimos apostarle a la esperanza, y ojalá que esa primera promesa con la que ayer Andrés Manuel asumió su victoria, sea parte de una reconstrucción real y de un mejor porvenir: “no les voy a fallar”.[1]
Como dice, y dice bien Arely, un gran porcentaje de personas eligió confiar en una propuesta que promete un cambio y que responde a las expectativas de un México mejor, pero después del 1 de diciembre la frase que debemos decirnos todos es “no nos volvamos a fallar”, por que como sociedad nos hemos fallado todos los días desde hace ya demasiado tiempo.
Durante años he sido un descreído de cualquier sistema político, por que creo que la política, como concepto, está pervertida, y desde que tengo memoria, he mantenido una sana desconfianza ante todo tipo de administración política, nunca me han decepcionado en mi desconfianza saben, siempre han sido ineficaces y aprovechados, pero -y aquí está el gran pero- el que hayan sido ineficaces y aprovechados es por que les permitimos que lo fueran.
Mi esperanza no es por que haya llegado López Obrador al gobierno, sino por que leo a jóvenes como Arely que me dicen: “…será tarea de todos -como siempre lo ha sido- trabajar con entereza, compromiso, convicción, seriedad, decisión, unidad, responsabilidad y pasión”. Eso me entusiasma, me entusiasma ver que realmente los jóvenes ya se están dando cuenta y están dispuestos a involucrarse y por fin a exigir, por que somos nosotros los que vamos a escuchar a López Obrador y decir “sí” o “no”.
Jóvenes y no tan jóvenes, sean críticos, por favor no confíen como nuestros padres lo hicieron con el PRI en su momento, como nosotros confiamos en el PAN en el 2000, o como confiamos en el PRD en las primeras décadas del siglo XXI. López Obrador quería llegar a la cabeza del gobierno, pues bien, hagámosle sentir que ya llegó, recuerden lo que él tendrá que repetir el día que tome posesión “…y de no ser así que la nación me lo demande”, esa no es una petición, es una orden para todos nosotros.
Disfruten del sol hermanos mexicanos, háganme sentir orgulloso de estar en este país, pero por ustedes, por favor, por ustedes.
Esperando no tener que usarlas, déjenme ver sus sombrillas en la mano.
Referencias
[1]https://landingmx.org/la-esperanza-triunfo/
Roberto es pintor y dibujante, tiene una identidad secreta como diseñador gráfico. Su sueño; que algún día una editorial publique un libro con sus cuentos. No le gustan las narraciones tiernas, panfletarias, sencillas, abiertamente dramáticas o simplemente rebeldes.
