Estamos rodeados de información, de hecho, vivimos en un mar de información. Es más, algunos líderes de opinión contemporáneos opinan que el exceso, y de hiperfácil acceso, de información que nos rodea es el porqué de la confusión de las generaciones más jóvenes…, pero, como diría la nana Goya: esa es otra historia.
Total que, paradójicamente, los designios de la vida han llevado a la sociedad actual a una mera desinformación, precisamente, en medio de este mar informativo. Mucho ruido y pocas nueces.
En todos (y cuando escribo todos, me refiero hasta en la sopa) lados encontramos información. Recuerdo aquellos tiempos cuando una iba a la biblioteca o tenía que echarse un clavado durante días en los interminables tomos de las enciclopedias de los libreros, que con un verdadero esfuerzo económico habían sido adquiridas por los miembros de la familia, para encontrar un dato sencillo, como la población de un país por ejemplo.
Ahora, no solamente una guglea el país y en milésimas de segundos aparecen todos sus datos geográficos, sociopolíticos y demográficos, sino que también hay un sinfín de resultados de videos con los usos y costumbres reales de los habitantes del mismo.
Si bien es cierto que una puede elegir las fuentes que considera fidedignas, también lo es que, entre tanto bombardeo de información en la red, a veces puede llegar a ser borrosa esa línea entre información y desinformación, pues sigilosamente, al haber sido tantas veces manoseada, es muy probable que se tergiverse, que se distorsione, y que resulte, desinformación.
Desde mi perspectiva es importante prestar atención a este punto, pues ya no solamente se trata de que en el noticiario del horario estelar en la televisión, el massmedia por excelencia que hasta hace poco controlaba al mundo, se desinforme con el montaje de un operativo de captura, sino que ahora además la misma información creada por un alguien, manipulada, transformada, comprada, utilizada y reutilizada, es incuestionable. Es ley.
Al respecto, Roberto Orozco, diseñador gráfico que goza de las novedades que ofrece la red, opina que la información digital, “tiene grandes retos, uno de ellos el de aplicar metodologías y herramientas que puedan (y deban) legitimar lo que se transmite, pues el gran conjunto de datos y versiones de un mismo hecho vuelven difícil el conocer los datos duros de un suceso.
“Una herramienta eficaz es la del tiempo real, las noticias o información inmediata y el debate en las plataformas digitales sustentadas en la triada: suceso – resultado – respuesta, y no en el ‘siento que… Las opiniones no deberían basarse en estados de ánimo, sino en datos, información y en investigar todas las caras de un suceso”, afirma.
“Época de retos y oportunidades”
Por su parte Dulce Galindo, estratega digital, nos muestra la postura y perspectiva del papel que juega una joven comunicóloga comprometida con el acontecer social en este nuevo e inmenso mundo en la web, quien ha crecido (tanto en edad como profesional y laboralmente) en este mar de información.
“Creo que es una época de retos y oportunidades. Retos, porque la era digital permite que la sociedad genere sus propios canales de comunicación. Ahora todos pueden ser comunicadores, creo que estas cuestiones devalúan la labor periodística, pues no todos tienen la estructura necesaria para trasmitir información veraz y clara.
“Y oportunidades, pues creo que es una época de crecimiento para el periodista en la que la era digital le brinda la oportunidad de fundar sus propios canales de comunicación que no únicamente deben generar el contenido, sino también idear estrategias de difusión que permitan reinventar la manera de transmitir información”, concluye.
