La depresión es una enfermedad que ahora se escucha mas frecuentemente. No hay autoestima, ni interés. Hay cansancio, tristeza, insomnio y trastornos alimenticios.
De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS), 350 millones de personas sufren de depresión hoy en día y para el año 2020 está considerada ser la primera “causa de discapacidad laboral”.
El documental The Last Shaman, habla de un joven con depresión. James, en una marioneta para sus padres y la sociedad que lo obligan a buscar constantemente el éxito.
Asiste a la mejor escuela de Boston y va hacia el camino correcto pero el vacío es irreparable. Ni las descargas de electroshocks ni medicamentos lo ayudan. Se escapa del hospital psiquiátrico y se va a Iquitos, Perú para probar Ayahuasca y buscarle un sentido a su vida.
La Ayahuasca es una bebida hecha de plantas que utilizan los chamanes del Amazonas para “expandir la conciencia”. Ayuda a encontrar la paz interior, amarse a sí mismo y descubrir la luz y las enfermedades dentro de uno mismo.
“El camino está cerrado pero nosotros somos quién podemos abrirlo”, explica Guillermo, el chamán conocido como el Eco del universo, al realizar la ceremonia.
Antes de sanar el cuerpo hay que limpiarlo y sacar la energía negativa con plantas y baños. Quitar la ansiedad y nutrir el sistema nervioso.
James pasa tiempo en el bosque, conviviendo con la gente y trabajando con su mente en momentos de aislamiento. Experimenta, lo que para el filosofo Epicuro dice que es la felicidad: disfrutar la vida con austeridad y sabiduría.
Muchos de nosotros vivimos una felicidad sostenible. Así como James, seguimos lo que los demás nos dicen o sugieren pensando que es lo mejor para nosotros. Escuela, trabajo, pareja, etc.
Al olvidarse de uno mismo y olvidarse de lo que realmente nos gusta, caemos en esa depresión, la cual puede llegar a ser realmente severa.
Nos presionamos para llegar al éxito sin saber realmente cuál es y caemos en la falsa programación del “deber ser”.
Si comenzáramos a pensar más en nosotros mismos, a gastar más el tiempo en lo que disfrutamos por el mínimo que sea y recordar que nosotros tenemos la llave para estar bien y ser felices, quizá la depresión disminuiría.

Busco la mejor manera de darle voz al silencio. Pasé de la actuación en obras de teatro a la escritura.Me gusta fotografiar lo que la rutina esconde, escribir mis sueños para convertirlos en cuentos y componer canciones.
Colaboro en Gestión Cultural y creo fielmente que el arte es un excelente antidepresivo.