Roma, la película de Alfonso Cuarón producida y distribuida por Netflix, está nominada al Oscar en 10 diferentes categorías, según lo anunciado el pasado 22 de enero por la Academia.
Para muchos, ganar el Oscar a Mejor Película Extranjera sería la culminación de este gran proyecto que el director mexicano, Alfonso Cuarón (ya leyenda en nuestro país y en el mundo) pudo realizar gracias al apoyo y fe incondicional que Netflix puso en él y su historia. Filmada con grandes estándares técnicos y con un presupuesto de 15 millones de dólares, Roma se erige hoy por hoy como la película más importante para México en los últimos 50 años. Puede sonar pretencioso decir esto, pero les aseguro que no lo es. Por lo que la pregunta sería: ¿por qué Roma se ha vuelto tan gigantescamente importante?
Contestar esta pregunta requiere que la abordemos desde tres campos diferentes. El primero sin duda es lo que Roma significa para la industria del cine y para Netflix particularmente. La plataforma con sede en Los Gatos, California lleva tiempo tratando de entrar a este mundo. Desde hace un par de años no solo se ha dedicado a las series, sino a la elaboración de películas para transmitirse exclusivamente en su plataforma de streaming. Sin embargo, a pesar de todo el material que posee y los premios que sus series han ganado, nunca han podido hacer que los grandes estudios de Hollywood, incluyendo la Academia, los vean como iguales, al grado de ser dignos de competir con sus producciones por un premio tan importante como el Oscar. Hasta ahora.
Con Roma, Netflix no solo invirtió en una película más, para incursionar por primera vez en el mundo del cine, invirtió en uno de los directores más renombrados del mundo, quien ya ha ganado un Oscar a Mejor Película y Mejor Director. Para lograr esto, Netflix permitió que la película fuera estrenada fuera de su plataforma, el 21 de noviembre del 2018 en Los Ángeles, y así poder llenar los requisitos que la Academia exige a los competidores. Al mismo tiempo, ha invertido 25 millones de dólares en publicidad para difundir a gran escala su película fuera de la plataforma. Al lograr las 10 nominaciones, Netflix puede dar por recuperada su inversión, ya que por fin, ocupará el lugar tan ansiado entre sus más grandes detractores, gracias a la gran película que es Roma.
El segundo, lo que Roma significa para México y los mexicanos. Cuarón puso en manos de los espectadores una película que estimula la memoria colectiva de un gran número de mexicanos. Toma lugares de la ciudad y de nuestro país, que nunca pensamos veríamos en la pantalla grande, y los retrata de forma tan sorprendente, que parece que tuvo que viajar en el tiempo para filmar esta película. Dentro de esta memoria están los recuerdos comunes de la vida de muchos. A pesar de estar ambientada en 1971, cosas como el sonido del afilador al pasar por las calles, las grandes reuniones familiares de la infancia, los viajes por las carreteras de antes, los tendederos en la azotea, los patios grandes donde jugar con el granizo, los desayunos con huevo cocido, los autos anchos, los juguetes, entre otros, son imágenes nostálgicas para todos.
Esta película logra conectar a generaciones muy distintas entre sí, algo que en otras narrativas parecería difícil o imposible, los espectadores, hayan nacido en esa década o no, logran identificarse porque el México de siempre, el México eterno, está ahí, entre las secuencias largas y planos abiertos de la película. A pesar de los años y la modernidad, ese México de represiones históricas, sabores y sonidos intensos regados por la calle, de edificios derrumbados por los terremotos, de diferencias sociales profundas y a la vez tan transparentes, de pobreza e injusticia, de Romas y Nezas, de blanco y negro, ahí está, y lo vemos y sentimos como nunca lo habíamos visto en nuestras pantallas. Una película hecha por mexicanos, filmada en México, contada para mexicanos, una historia tan sencilla que sorprende cómo fue que antes nadie la hubiera contado, nos hace darnos cuenta que ser mexicano es trascendental, que ser mexicano antes y ahora, es conocer el amor incondicional de la familia y la crueldad sin límites del prójimo, al mismo tiempo.
Y por último, lo que significa la aparición y protagonismo de Yalitza Aparicio. Desde que se anunció que la protagonista de esta icónica producción sería una indígena mixteca dedicada a la docencia rural, originaria del estado de Oaxaca, uno de los estados más pobres de la República Mexicana, la reacción de los medios y del público general reflejó una realidad no aceptada de nuestra sociedad, resumida en la frase coloquial que reza: “el peor enemigo del mexicano es el mexicano”. Ya sea por ignorancia o por convicción, muchos expresaron su horror al ver que “semejante mujer” estaba siendo retratada por las revistas de moda de mayor renombre en el mundo. El shock que representa el hecho de que una mujer con facciones indígenas tan marcadas estuviera en el centro de las alfombras rojas y de los reflectores del mundo, para muchos, no fue motivo de orgullo, si no de vergüenza, dejando en evidencia lo mucho que el racismo y el odio a la pobreza están arraigados en nuestra débil sociedad.
Yalitza anida en ella sola, la encarnación de esos grandes tabúes de México y los pone sobre la mesa de una vez por todas, a la vista de todos, de tal forma que nos obliga a reflexionar y tomar responsabilidad de nuestros propios prejuicios e inequidades. Sin experiencia alguna en la actuación, Yalitza nos ha entregado en su increíble trabajo, un espejo de la sociedad mexicana inmensamente claro, un espejo en donde las mujeres son abandonadas, despojadas y despreciadas, en donde la pobreza se asume definida por la clase y en donde la miseria vive bajo el mismo techo que la riqueza. Yalitza logra lo que ninguna otra actriz mexicana había logrado, ser nominada al Oscar como Mejor Actriz siendo nada más y nada menos que ella misma. Una mujer indígena, amorosa, con una sonrisa tan grande que llena la pantalla sin esfuerzo, con una belleza inédita, natural de esta tierra y con la mirada humilde de los que no tienen nada, pero que no necesitan todo.
En resumen, según sus mujeres protagonistas, Roma es la historia de mujeres valientes, de las cicatrices de la infancia, de la vida misma. Y sobre todo: es una película mexicana.