Hace un par de años, al finalizar un ciclo laboral en un medio de comunicación impreso el panorama periodístico, para mí y para otros varios colegas, no pintaba muy alentador que…, bueno, no pintaba nada alentador.
Además de las grandes empresas editoriales que podemos contar con los dedos de la mano y nos sobran, en México las medianas empresas han incursionado e incluso proliferado en este giro, pues su nómina es harto escasa, pero productiva y multifuncional, está compuesta de personal hambriento de ejercicio laboral.
Lo único que jamás haría, sería dejar de ejercer. Terca, característica o ya manía mía, observé muy de cerca y vi que la información estaba siendo padroteada y ofertada al mejor postor.
¡¿Se acabó el periodismo?!, grité. Por un lado (en papel), estaba esta especie de prostituta de la que algunos se jactaban en ponerle el eufemismo de periodismo (debido al caché que aumentaba su inversión).
Por el otro (en la internet), información a destajo, al por mayor y rápida; sin importar su calidad, fluidez o interés más que el ansia de ser reproducida, consumida, sin preocuparse siquiera por cuál cabeza golpea, la que la atrape, la de quien se cruce.
Es cuando este texto cobra sentido. Después de escuchar, lo que a decir de su expresión, mi arrebatada cuestión; Luis Pérez, reportero gráfico, tranquilo como es, advirtió, “¡ojo!, esto solo es el inicio.
“Hoy más que nunca la información es poder; vieja y trillada frase de los estudios en comunicación y periodismo pero que a mi parecer, está más vigente que nunca.
“La Era Digital ha potencializado la información a tal grado de diluirla en mensajes pretenciosos, egocéntricos y banales, por lo que estoy de acuerdo con Umberto Eco: las redes sociales han dado voz a legiones de idiotas.
“Si en el siglo pasado los líderes de opinión eran semidioses poseedores de la verdad, insertados en la conciencia colectiva a través de adoctrinamiento mental con frases como: Lo sé porque lo dijo Jacobo (Zabludovsky); son ahora las redes sociales, con su idiotez e inmediatez, las que gobiernan el conocimiento que la gente tiene de su realidad sin saber ni importar su autor.
“Por lo tanto la información periodística, elaborada con vocación y profesionalismo (aunque no exenta de intereses empresariales), es un tesoro que está ahí, en el mar de las redes.
“Es responsabilidad del consumidor de información periodística volverse un tanto crítico del periodismo ofertado. El auténtico periodismo tiene la obligación de competir por los likes contra la oleada de desinformación que lo aventaja por su aparente frescura, que es solo informalidad”, finalizó.
Por su parte, Joel Aguirre, coordinador editorial de Newsweek en Español, con el tono explicativo que lo caracteriza, tras enfatizar su exclamación, “¡esa es una buena pregunta!”, ahondó en dos factores principales.
“Entre los beneficios que ha traído la Era Digital el más importante es, desde luego, la velocidad con la que una noticia se difunde, así como la gran cantidad de personas a las que les llega en cuestión de segundos. Sin embargo, esta virtud es, muchas veces, su perdición, pues en el afán de dar una noticia exclusiva, varios medios incumplen requisitos indispensables del periodismo, por ejemplo, verificar el hecho, también comprobar la fuente, así como cuestiones elementales tal como cuidar la redacción y la ortografía.
“Además, con la apetencia de estar en el epicentro noticioso, la tendencia al parecer es atiborrar los portales de noticias y más noticias, muchas veces vilmente plagiadas de otros medios, y se deja de lado la generación o búsqueda de noticias propias.
“Por ese motivo, muchos medios se han olvidado del llamado periodismo de investigación que requiere tiempo, paciencia, experiencia y conocimiento para poder elaborarse que al parecer en esta Era Digital es de lo que más se carece en los portales electrónicos”, concluyó.
Ahora, laborando desde el lado digital, pienso que el periodismo tal vez solo está mudando, retomando su camino… abriéndose paso.