Hígado en griego se dice hépatos. En latín, iecur. Nada que ver con el ‘hígado’, digo yo. Y tengo razón, porque la palabra no proviene de ninguna de las otras dos. Este es un caso etimológico que me encanta porque mezcla la historia de un término con la de un platillo antiquísimo, pues la gente comenzó a confundir el plato con la forma en que se prepara.
¿Saben lo que es el foie gras? La famosa delicatessen luego anda provocando cadenas en Facebook y Youtube con tiernísimas ocas exhortando a los espectadores a no ser tan malos como para consumirla. Se trata de hígado de oca hipertrofiado por haber alimentado al ave con dosis excesivas de maíz. Pero a diferencia de su nombre, el foie gras (hígado graso) no es francés, sino griego.
En efecto, en los tiempos de Aristóteles y sus compadres ya se consumía el hígado de oca hipertrofiado… con el pequeño detalle de que ellos no tenían maíz. Obligaban a las ocas a comer higos para lograr que tuvieran el hígado graso. El platillo en ese entonces y en ese idioma se llamaba hépar sykoton, ahora sí del griego hépatos: hígado y sykon: higo. (De ese sykon saqué mi ingenioso título ¿vieron?)
Entre todas las monerías culturales que los romanos les pidieron prestadas a los griegos estaba la receta del hépar sykoton, y un romano con aspiraciones de chef que se llamaba Marcus Apicius le puso su toque al platillo sumergiéndolo en leche con miel para que se hinchara y supiera mejor. Y para que aparte de saber más rico sonara más romano, lo bautizó bajo el precioso nombre en latín iecur ficatum: hígado con higos.
Pasó el tiempo y iecur ficatum empezó a designar a todos los hígados de todos los animales, incluso al humano. Y por una extrañísima y obscura razón, con el tiempo le quitaron el iecur, y ya nada más se le llamó ficatum. Algo así como si nos diera ahora por llamar al órgano “hígado encebollado” y a nuestros tataratataranietos les diera flojera el nombre y le dijeran nada más “encebollado”.
‘Ficatum’ evolucionó al español pasando del asturiano fégadu y el castellano antiguo y portugués fígado. Y como pasó con muchas palabras que empezaban con f, esta se cambió en español moderno por una h desde finales del siglo XV.
Así que cuando decimos hígado nos referimos al hecho de que el foie gras se preparaba antiguamente dando higos a las ocas, y cuando le quitamos la p a ‘psicología’, como desde hace años sugiere la RAE, más bien estamos hablando del estudio de los higos.