Ha muerto la reina de la manada, la protagonista de Cuna de Lobos, María de Jesús Rubio, actriz nacida en Tijuana, Baja California, ¿habrá muerto también Catalina Creel?
Nos guste o no el género del melodrama mexicano, aunque personalmente no me gusta, honor a quien honor merece, y dentro del mundo de la ficción, particularmente del área destinada al mal, a los némesis que ponen en peligro a los héroes y representan nuestras peores vilezas ejerciéndolas sin vergüenza o freno alguno, hay una mujer perversa que nos observa con soberbia y desprecio desde el fondo de su único ojo.
Es tan fácil ponerse la máscara de la bondad
Catalina Creel es y será un personaje del imaginario popular, y sobre todo, referencia para jóvenes que quieran dedicarse a la actuación, impecablemente interpretado por María Rubio. Es uno de esos personajes que varios actores y actrices buscan interpretar por lo menos una vez en la vida.
Mucho tiene que ver que este personaje fuera creado por Carlos Olmos, guionista que realmente merecía tener el título de “escritor” desde el momento en que también era un voraz lector, ejemplo de ello es que llevó a la pantalla chica una adaptación del libro de Henry James titulado “Otra vuelta de tuerca”, narración de fantasmas, por antonomasia, una de las mejores de la historia de la literatura. De ahí que en sus escritos buscara siempre estructuras llenas de misterio y, precisamente, con muchas “vueltas de tuerca”.
La telenovela Cuna de Lobos, la vi cuando era niño, y aunque no entendía ni la mitad de lo que sucedía en la trama, lo que me mantenía pegado a la televisión era la innegable sensación de maldad que emanaba Catalina Creel.
Verla actuar era no saber que esperar, en qué momento o cómo vendría el golpe, precisamente como una loba que te observa con furia, te rodea y en el último momento se lanzaba sobre ti a dentelladas y con fuego en los ojos. Era como ver uno de esos cuentos de miedo pero con el demonio frente a ti.
“Soy experta en aplastar cucarachas, lo malo es cuando están bajo la suela de mi zapato, no me dan el placer de oírlas gritar”
En Cuna de lobos el personaje de Catalina Creel no era en realidad un personaje central, era la antagonista y en esa época las villanas y villanos solamente servían para que los héroes se lucieran, remarcar la perspicacia de los investigadores, la valentía del protagonista, la dulzura y bondad de la enamorada, no había -mucho menos en la televisión mexicana- una villana o villano del calibre de Moriarty (Sherlock Holmes), Javert (los miserables) o tan siquiera como Cruella de Vil.
Catalina Creel rompió parámetros, pues el tratamiento actoral que le dio la actriz rebasó las actuaciones de los protagonistas y rápidamente se convirtió en la figura central de la trama.
Niños, señoras y señores veíamos Cuna de Lobos no para saber realmente en qué iba la historia sino para conocer de lo que era capaz Catalina Creel, enterarnos del nuevo límite iba a sobrepasar con tal de lograr sus objetivos, alimentada por su soberbia, sed de poder y total desprecio del prójimo… ¡la podadora eléctrica en la alberca por dios!
“No me voy a manchar las manos con sangre de pobre”
María Rubio fue, según sus allegados, en realidad una mujer sencilla, amigable y que en realidad no gustaba de estar en el ojo público, convivió con grandes figuras de la época de oro del melodrama mexicano y conoció a investigadores e intelectuales de la época gracias a su trabajo y al trabajo de su esposo, Luis Reyes de la Maza.
“¿Cambié mucho sin el parche…?”
Como escribí al principio de este artículo, personalmente no soy muy afecto al género del melodrama, pero cuando una creación; llámese telenovela, obra de teatro, película, serie o narración tiene un personaje como Catalina Creel y una actriz que sabe llevarlo tan bien, no me queda más que decir gracias…
Gracias, porque logró despertar en mí la curiosidad suficiente para continuar viendo la historia que representaba, porque me veía desesperado, a mi corta edad, de que no pudieran detenerla y gracias, porque en el mundo del arte y la literatura los hombres y mujeres se van pero sus personajes quedan alimentados por una poca de la vida de los escritores y actores que tuvieron a bien crearlos o darles un rostro.
«No me puedo dar el lujo de tener sentimientos tan vulgares como el miedo, porque el miedo solo paraliza, y solo la gente como nosotros tiene la sangre fría para ganar las batallas del mundo sin perder tiempo en tonterías».