La reciente controversia generada por el “presidente” venezolano Nicolás Maduro y su séquito en contra del colega mexicano Jorge Ramos -quien a lo largo de su carrera se ha destacado por hacer trabajos ampliamente documentados y persiguiendo un establecimiento del balance periodístico- y acompañantes de una televisora estadounidense, limitando su tarea comunicativa en pro de reflejar a las audiencias internacionales la situación sobre “terreno venezolano” es otro exabrupto de un político acostumbrado al lenguaje “rudo” y a la “persecución” de “fantasmas” (todo aquel que no comulgue con sus ideales relacionados a la promoción y adoctrinamiento al socialismo del siglo XXI.
No cabe duda que el dirigente del país sudamericano busca “desesperadamente” a toda costa generar “enemigos” con amplio radio de influencia como el colega norteamericano con el único propósito de prolongar la visibilidad de un régimen que se debate entre la vida y la muerte, debido a la excesiva confrontación,-tanto a nivel interno como externo-, con líderes religiosos, civiles, periodísticos, políticos y empresariales que de alguna manera u otra “le han querido hacer ver” la deteriorada situación en la que ha transitado la patria de Simón Bolívar en los últimos años.
Tal es el caso del sumo pontífice Francisco quien ha puesto “cierta” objeción al acompañamiento desde el Vaticano a una “nueva y formal” ronda de facilitadores en la búsqueda de consensos -a raíz de una invitación hecha a través de una carta por parte del “mandatario” venezolano bolivariano- pues el líder jesuita sugirió que “para que una mediación tenga lugar se necesita la voluntad de ambas partes” (deduciendo intrínsecamente la negativa a participar de todo proceso de diálogo del autonombrado “presidente” Juan Guaidó).
A mi parecer, esta decisión es “un poco extraña”, en tanto el papa argentino ha -de alguna manera u otra- empatizado con la parte marginada de la historia (a la que dice representar Nicolás Maduro); no obstante, al mismo tiempo sugiere mesura y un “estudio prudente”, de los dos bandos ideológicos en conflicto a fin de poder “reencauzar las heridas” que han producido esta situación (con la “observancia” de la opinión pública- a nivel doméstico y planetario-).
En segunda instancia, la hostil situación a la que se han visto sometidos diversos enviados de prensa, así como los trabajadores de información de la cadena estadounidense, comandada por Jorge Ramos, es una clara imposición -no convencional- de criterios antidemocráticos que atentan contra diversos instrumentos internacionales y nacionales, como lo es el derecho a la libertad de prensa en cualquier contexto y situación.
Como ejemplo emblemático de un llamado global de atención al respeto y tolerancia hacia el trabajo periodístico (particularmente en su artículo diecinueve) yo podría sugerir aquí la Declaración Universal de Derechos Humanos de las Naciones Unidas (en diciembre de 1948), que desde su misma redacción y socialización hace ver la necesidad de fraternizar las relaciones humanas a todos los niveles para alcanzar -pienso yo-, los mejores y más sanos espacios para alcanzar el “entendimiento intercultural” y la consecución de los objetivos tendientes a la plenitud de la condición y dignidad humanas.
En Venezuela, los casos de ataques sistemáticos contra la prensa opositora se han “agudizado” desde la instauración del chavismo hace veinte años. De acuerdo con datos mediatizados a principios de 2017 por Marco Ruiz, presidente del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa (SNTP), las estrategias empleadas por el chavismo contra periodistas nacionales e internacionales que reportan desde el país caribeño han ido desde el bloqueo de medios internacionales y el cese de concesiones para la operatividad; hasta la precarización de las condiciones para que medios impresos dejen de circular y la “compra” de medios opositores. En ese contexto habrían dejado de circular durante toda la gestión “chavista” hasta entonces, unos 60 medios de comunicación.
En conclusión, pienso que la actitud mostrada por el “equipo” del “heredero” de la revolución bolivariana venezolana en contra de los comunicadores no hace más que “encender la hoguera” de una animadversión internacional al gobierno “chavista”, pues hasta creo que probablemente esta situación pudiera hacer “entrar en razón” y reinventar su estrategia internacional, por ejemplo, al presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador, quien ha mantenido una posición de promoción del diálogo en el escenario de este conflicto.
Maestro en Comunicación por la Universidad Iberoamericana (UIA), Ciudad de México. Profesor de Periodismo en la UNAH.
Ha sido colaborador de medios informativos en la Ciudad de México y Honduras, así como para organizaciones promotoras de los Derechos Humanos como el Programa de Voluntarios de las Naciones Unidas y Centro de Atención al Migrante Retornado.