“Cuanto más pienso en la práctica educativa y reconozco la responsabilidad que nos exige, más me convenzo de que es nuestro deber luchar para que sea respetada. Si no somos tratados con dignidad y decencia por la administración, privada o pública, de la educación, es difícil que se concrete el respeto que como maestros debemos a los educandos.”
Freire
La educación nos puede salvar ante la crisis deshumanizada que hoy vivimos. La esperanza radica en construir un mundo nuevo, donde las nuevas generaciones puedan vivir plenamente en paz.
Diariamente existe una lucha constante en la que los docentes intervienen sin recibir el reconocimiento merecido. Largas horas de trabajo, pocas oportunidades de crecimiento, y una lista enorme de requerimientos que debe cumplir.
Esta profesión desde hace mucho tiempo se ha denigrado, sin percatarse de que la educación es un factor elemental para erradicar los tiempos violentos. “El gran problema radica en cómo podrán los oprimidos, como seres duales inauténticos, participar de la elaboración de la pedagogía para su liberación”.
Freire, en la Pedagogía del oprimido plantea como mediación entre oprimido-opresor que “toda prescripción es la imposición de la opción de una conciencia a otra. De ahí el sentido alineante de las prescripciones que transforman a la conciencia receptora en lo que hemos denomidado como conciencia que ‘aloja’ a la conciencia opresora”.
Por ende, “solamente en la medida en que descubran que ‘alojan’ al opresor podrán contribuir a la construcción de su pedagogía liberadora” – Freire.
En los últimos años, he aprendido que ser docente conlleva una enorme responsabilidad, en la que se involucran varios individuos que se construyen, reflexionan y analizan a partir de mis métodos pedagógicos. Hace tiempo Freire ya nos había planteado una pedagogía revolucionaria, donde hay otras maneras de cambiar al mundo; sin embargo nos hemos obsesionado con reproducir el mismo sistema educativo que nos ha llevado a una crisis.
Aunque no todo es una crisis y caos en nuestro sistema, los que viven el caos ya no pueden mirar nada. A veces este es la más alta contradicción y el mayor aprendizaje donde surge mesura y sensatez. Lo cierto es, que siempre nos tocará hacer algo dentro de ese caos y como docentes podemos hacer mucho.
Hace tiempo, uno de mis escritores mexicanos favoritos, me recomendó una serie; aún recuerdo con mucho cariño sus palabras, “cuando te sientas desmotivada, cuando creas que tus alumnos perdieron el interés en tu materia, ve a Merli; él revivió la filosofía en unos adolescentes. No lo entenderás hasta que veas la serie”.
Esa misma noche llegué a buscar la famosa serie catalana Merlí que me motivó a hacer un cambio dentro de ese caos llamado sistema educativo. Una revolución académica, un bombardeo de conocimientos, de creatividad y empatía con los estudiantes. Esta serie nos demuestra lo mucho que se puede hacer por el mundo a través de la docencia, identificándonos con un mar de emociones al que nos enfrentamos a diario en un aula.
Merlí nos representa, Merlí es el profesor que todos queremos ser dentro y fuera del colegio, a pesar de que siempre habrá alguien que no esté de acuerdo con ese método de enseñanza; sin embargo, como diría Freire, la liberación no llegará por casualidad, sino por la praxis de su búsqueda. Por el conocimiento y el reconocimiento de luchar por ella.