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Esencial, Opinión

#MeToo, el movimiento que permitió alzar la voz y denunciar

>Briggite Gómez Briggite Gómez
abril 02, 2019

En octubre de 2017 surgió en Estados Unidos el movimiento #MeToo para denunciar la agresión y el acoso sexual que mujeres de la industria cinematográfica, entre ellas actrices de gran fama, habían sufrido a manos del productor de cine y ejecutivo hollywoodense Harvey Weinstein. Este movimiento tomo los reflectores y su efecto se hizo visible en todos los medios de comunicación tanto dentro como fuera de Estados Unidos, protagonizando incluso las entregas de los grandes premios de la industria en los años posteriores.

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En un claro intento de eco, para el año 2018, mujeres del medio artístico mexicano intentaron replicar el movimiento haciendo algunas denuncias a través de los medios tradicionales, sin embargo el poderoso impacto que cimbró a la industria de entretenimiento estadounidense no logr´ hacer lo mismo en nuestro país. El efecto del movimiento #MeToo sonaba lejano para una sociedad como la nuestra.

A pesar de la falta de apoyo de los medios masivos en ese entonces, el pasado 21 de Marzo, un grupo de mujeres mexicanas de diferentes profesiones, con el propósito de denunciar los abusos del escritor mexicano Herson Barona, comenzaron a publicar denuncias en las redes sociales utilizando hashtag #MeTooEscritoresMexicanos, logrando cancelar la presentación de su nuevo libro.

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Este acto hizo que el hashtag tomara poder en las redes sociales del país, lo que provoco el inicio de un movimiento que fue invadiendo de forma estridente diferentes sectores profesionales de la sociedad mexicana como el periodismo, la fotografía, el cine, la publicidad, la música, etc, cada uno con una cuenta especializada que serviría de filtro y ventana para que las mujeres que sintieran la necesidad de denunciar los actos cometidos en contra de ellas, por fin se atrevieran a hacerlo. Muchos cuestionaron la forma, pero la realidad es que ante un sistema burócrata y corrupto, las denuncias en la red eran para muchas la única vía. El apoyo a ellas se manifestó en masa, las denuncias que al principio parecían ajenas por ser solo de mujeres en el mundo del espectáculo o con el renombre para hacer que sus voces fueran escuchadas, se volvían cercanas, nos revelaban rostros de agresores y dolor de conocidas que habían sido agredidas, el número de casos era impresionante.

Por unos breves momentos, al ver las dimensiones que el movimiento tomaba, y el apoyo que concurría en las redes, vino a mí el pensamiento ultra positivo de que tal vez este era el inicio del cambio que tanto imaginábamos. Una sociedad de mujeres que no tuvieran miedo a alzar la voz, mujeres que pudieran llegar a donde quisieran valiéndose de sus capacidades y conocimientos, una sociedad donde hombres ignorantes no podrían violentarnos más. La creación de una red de apoyo respaldando a las víctimas y desmantelando el sistema de violencia y acoso ejercido por años en los sectores de mayor prestigio de nuestra sociedad.

Sin embargo, la mañana del 1 de Abril, el movimiento se enfrentó a un camino impuesto por circunstancias aberrantes, que no dejó en claro hacía donde lo llevará.

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La noticia del suicidio de Armando Vega-Gil, integrante de Botellita de Jeréz, tras la denuncia de un supuesto intento de abuso a una niña de 13 años hace algunos años, provocó una ola de comentarios machistas que rápidamente cobraron fuerza en las redes sociales, y por un momento ahogó el contenido de las denuncias y desvió completamente el curso constructivo del movimiento. Las mujeres pasábamos de nuevo a ser culpables de las tragedias por atrevernos a abrir la boca y no reunir pruebas antes de acusar.

En las redes el apoyo se dividió, muchos regresaron a la costumbre de señalar y juzgar para encontrar culpables y justificar acciones, mientras el movimiento buscaba presentar batalla ante argumentos de odio y desaprobación. Se nos olvidó que detrás de cada testimonio hay seres humanos que se están enfrentando a las redes, pero también a sus familias y a sus profesiones, tienen mucho que perder y poco que ganar. Resulta fácil caer en esas conductas cuando no se está en el banco de la denuncia y no se conoce la impotencia que acompañan este tipo de casos; cuando no eres el señalado, cuando no corres el riesgo de perder tu familia o el trabajo.

La agresión sexual no es justificable, ningún tipo de agresión lo es, así como tampoco lo es hacer una falsa acusación. Sin embargo, si queremos que este movimiento trascienda superando este obstáculo, debemos dejar de señalar y asumir que hemos sido parte del problema, que es tan culpable el hombre que comparte las fotografías, como la mujer que fomenta que su crecimiento profesional a través de aceptar “salir con el jefe”.

Hoy terminar con el acoso y la violencia está en manos de cada uno y es momento de dejar de señalar para comenzar a actuar.

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