Mujeres: vulnerabilidad y discriminación laboral | LandingMX


En México, son diversas las manifestaciones de discriminación laboral hacia las mujeres; tales como la diferencia en el ingreso que perciben en el campo laboral aunado a que están más expuestas al despido, hecho derivado, en parte, de la desigualdad en el acceso a la educación.

La necesidad de movilizar la fuerza de trabajo a su máxima velocidad, a partir de los años setenta del siglo pasado, ha demandado que el trabajo sea más flexible, reforzando la desigualdad entre los trabajadores de diversos segmentos productivos, así como un gran número de trabajadores descalificados, subcontratados e incluso sin ninguna prestación social, teniendo además un impacto diferente en la fuerza de trabajo masculina y femenina.

Dichos sucesos han dejado a la luz, el papel que la mujer desempeña dentro de la estructura productiva, mostrando que los efectos de crisis económicas las afectan mucho más, puesto que son las mujeres quienes por lo general quedan expuestas a reestructuraciones y recortes de personal en las empresas y, como consecuencia, más se adhieren al sector informal de la economía sin contrato estable que carece de prestaciones y protección social.

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Las mujeres continúan realizando actividades reproductivas que no han sido reconocidas durante siglos.

La educación es un factor estratégico para impulsar y mejorar la condición social de la mujer, promover relaciones más equitativas e igualitarias entre ambos géneros y contribuir en lograr una mejor calidad de vida para la población. Es importante resaltar que además de proporcionar conocimientos para desarrollar habilidades y destrezas, se requiere que la educación involucre valores fundamentales que propicien el desarrollo integral de las personas, fortaleciendo su dignidad y fomentando el deseo de logro y superación personal, lo que abre nuevas opciones y perspectivas de vida encaminadas a la autorrealización humana.

Muchas féminas de los sectores populares de México, han sido educadas para realizar labores domésticas; lo que promueve que se inserten en actividades descalificadas y ocupaciones tradicionales consideradas como una extensión de sus habilidades y actividades domésticas.

La exclusión en la seguridad, justicia y de la ciudadanía, elementos que conforman el régimen del bienestar, afectan las relaciones de género, la manera en que hombres y mujeres participan en los procesos sociales, económicos, políticos y culturales.

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La segregación profesional de género se observa en diversas situaciones cuando en una misma industria o profesión, los hombres se ubican en niveles directivos o de mando, mientras ellas, en las categorías más bajas de la jerarquía profesional.

Esto afecta en la aplicación del principio de salarios equivalentes para trabajos de igual valor. El hecho de que las mujeres trabajadoras enfrenten diferentes prácticas de segregación ocupacional que permiten solo a los hombres ocupar ciertos puestos puede provocar que muchas mujeres casadas prefieran apoyar la carrera de su pareja, ya sea motivadas por valores tradicionales o por decisiones económicas, pues son ellos quienes reciben mejores salarios, ofertas de trabajo y promociones.

La mano de obra femenina se concentra en ocupaciones mal remuneradas, como la industria textil, la alimentación, servicios de salud, de enseñanza, el comercio y el turismo. Aunque las mujeres asalariadas tengan un empleo de tiempo completo, cargan con obligaciones familiares que les impide invertir tiempo en productividad profesional.

Están sujetas a la implementación de todas las formas de trabajo flexibles diferentes sectores de la economía, por ejemplo, en la industria maquiladora de exportación, donde las condiciones de flexibilidad laboral exigen un límite de edad, pruebas negativas de embarazo entre otras condiciones discriminatorias.

La discriminación salarial se da cuando la percepción de ingresos es desigual entre hombres y mujeres que tienen las mismas calificaciones laborales. En México, se observan elevados índices de discriminación salarial y llegan a recibir salarios hasta 37% menores que los varones en ocupaciones que requieren los mismos niveles de escolaridad.

Este panorama nos confirma que es indispensable reconsiderar en el entorno sociocultural, la importancia de la educación y del trabajo para generar condiciones de mayor bienestar, justicia, equidad y así favorecer los procesos personales que implican el autorreconocimiento, la dignidad de hombres y mujeres trabajadoras y la autorrealización humana como base del progreso social.

 

 


Referencias

Horbath, J. (2014). Economía, sociedad y territorio. Vol. XIV, No. 45. México, Colegio de la Frontera Sur.

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