La pérdida de un ser querido es una experiencia que, aunque es parte natural de la vida, puede causar una aflicción profunda que dificulte mantenernos en equilibrio.
Se ha demostrado que el tiempo es fundamental para cualquier proceso adaptativo, como lo es un duelo. El cambio repentino es difícil porque nos lanza a una zona desconocida que queda fuera de nuestro control. Es por ello que el tiempo juega un papel fundamental en estabilizar lo que vivimos. La idea de que un duelo es un camino que va desde el dolor hacia la aceptación en una línea recta, es poco precisa. El duelo se vive como un espiral que avanza hacia arriba, pero moviéndose en círculos para adelante y para atrás. Por momentos se alcanza cierta estabilidad y en otros se experimenta angustia y dolor. Diversas investigaciones han concluido que no necesariamente todas las personas pasan por ciertas “fases” en el proceso de adaptación ante una pérdida, más bien cada individuo utiliza las herramientas con las que cuenta y que su entorno social le puede brindar como apoyo.
Cada persona experimenta la pérdida de manera diferente, por lo que no existe un método estándar que pueda funcionar a todos en determinado momento. Las principales formas de sanar después de atravesar una experiencia de pérdida se han relacionado con:
- Hablar sobre las emociones que aparecen como consecuencia del duelo
- Buscar apoyo con familia y amigos
- Encontrar actividades que permitan estar en contacto con nuestro interior (como el arte)
Además de encontrar apoyo y alternativas para manejar el dolor, el trabajo durante el duelo es adaptarse a una nueva experiencia. Más que dejar ir a una persona que amamos y ya no está, la idea es cambiar nuestra relación con ella, por una relación interior, desde nuestras experiencias compartidas.
Las personas que están en nuestras vidas le dan forma a nuestros pensamientos, experiencias y a la manera de entender nuestro mundo. Es como si tuviéramos dentro, un grupo de “comentaristas” que todos los días intercambian con nosotros sus recuerdos, creencias e impresiones.
Partiendo de esta idea, las personas que han tenido una relación importante con nosotros dejan “algo” de ellos en nuestro interior, de modo que aún cuando físicamente están ausentes y su voz parezca silenciada, se mantiene dentro de nosotros y sigue teniendo influencia sobre nuestras vidas. La clave es mantener esa voz activa y relacionarnos con ella. La presencia física no es necesaria para que la relación continúe.
Mucho del trabajo que hay que recorrer durante un duelo, depende del equilibrio entre sobrellevar la vida sin la presencia física de la persona que se ha perdido, y la conexión que se mantenga con ésta. La importancia de seguir relacionándonos con personas que hemos perdido radica en la oportunidad que tenemos para reabrir puertas, corregir malentendidos, para perdonar y hasta para dejar salir nuestro enojo y lo que ha quedado pendiente con esa persona.
Más que para despedirnos, el objetivo del duelo es convertirlo en un nuevo “hola” que reconvierta la relación en una experiencia interna, que no conoce tiempos ni barreras.
Quizá sea difícil de imaginar cómo continuar la relación con un ser querido que ya no está, pero a través de lo que ha dejado en nosotros, se puede abrir un canal que devuelva su voz. ¿Te gustaría intentarlo?
En un espacio tranquilo, en donde te sientas cómodo y no existan interrupciones, piensa en una situación actual que quisieras hablar con esa persona que ya no está. Formula el problema o las preguntas que quieres hacerle y busca en ti la voz de esa persona. Piensa en su forma de ser, en su relación contigo y deja que esa voz se exprese. Imagina que alguien más está realizándole estas preguntas y escucha lo que responde. Esa voz saldrá porque se ha quedado dentro de ti por el tiempo que compartieron juntos.
A pesar de que la muerte conlleva una despedida y un final en el plano físico, existe una relación que continua. La tarea fundamental en el duelo es adaptarse a la idea de que la naturaleza de la relación cambia, pero la forma y el carácter de esta permanece. Recuerda que el duelo no tiene por qué vivirse en soledad, buscar ayuda profesional ayudará en el proceso.

Andrea Juárez es Coach, Psicoterapeuta y Profesional de Recursos Humanos. Estudió la licenciatura en Psicología y la maestría en Psicología Clínica en la Universidad de las Américas (UDLA). Formó parte de la plantilla de psicoterapeutas en la Clínica de Salud Mental del Ejército de Salvación atendiendo a adultos, adolescentes y niños.
En la actualidad, desarrolla la práctica psicoterapéutica en su consultorio privado desde 2015, enfocándose en la Terapia Sistémica Posmoderna familiar, de pareja e individual. Es colaboradora del Grupo Bolsa Mexicana de Valores desde 2009 en el área de Factor Humano participando en proyectos de Reclutamiento y Selección, Desarrollo de Personal, Capacitación, Liderazgo, Clima Organizacional, Evaluación del Desempeño y Comunicación Interna.
En el área clínica colaboró en la compilación de 19 Escalas de Evaluación Psicológica con la estandarización del Inventario de Obsesiones y Compulsiones Revisado en población no clínica mexicana.
Andrea es amante del vino, el té y los gatos. Para ella, no hay nada que una buena conversación no pueda arreglar.