Nuestros pensamientos y sentimientos influyen mucho más de lo que crees a la hora de comer. El estrés, la relajación y la atención tienen una influencia directa sobre la forma en que metabolizamos nuestros alimentos.
“Un hombre satisfecho y un hombre hambriento no ven lo mismo cuando miran un pedazo de pan.” – Rumi
Existen principios básicos que definen nuestra relación con los alimentos:
- Cada persona tiene una relación única con la comida.
Por ello, la experiencia a la hora de comer es totalmente única para cada persona y para cada momento. No existe una forma que pueda ser aplicable para cambiar los hábitos de alimentación o para perder peso, y que funcione para todos. El problema es que nos anclemos a una forma vieja de cambiar hábitos sin revisar nuestro único estilo de vida. Por ejemplo, aplicar la misma rutina alimentaria a una mujer de 50 años atravesando una menopausia y a una atleta de 22 años no tendría sentido, ¿cierto? Cada persona es biológica y emocionalmente distinta.
- La comida es una entrada hacia lo profundo de nuestra historia.
Cuando revisamos puntualmente los hábitos incorrectos o los problemas que se desatan de dichos hábitos (por ejemplo obesidad, problemas digestivos, etc.), descubrimos gran información de nosotros mismos. Te pondré un ejemplo. Una persona con sobrepeso es juzgada inicialmente como alguien que no tiene suficiente disciplina o voluntad para lograr establecer hábitos correctos a la hora de comer. Pero si realmente buscamos en la razón de esta conducta podríamos encontrar que es una respuesta a una emoción y que es ocasionada por un pasado doloroso, problemas de pareja, ansiedad, búsqueda de afecto o algún tipo de autosabotaje. Así que no todo es como se ve a primera vista. Y la gran oportunidad que nos brinda analizar este problema, es el descubrimiento interior para llegar a la solución de raíz.
- La comida es un símbolo.
La mente humana es simbólica y metabólica por naturaleza. Al nacer, nuestro cerebro liga la experiencia de comer con el amor, con una madre que alimenta y nos toca. De modo que se convierte en una experiencia de afecto. No es de sorprenderse que nuestro cerebro adulto continúe relacionando el significado, y que al no sentir cubiertas nuestras necesidades de amor, recurramos a la comida como una forma de autocomplacernos. La buena noticia es que al encontrar el simbolismo podemos resignificarlo y no depender de la comida para brindarnos algo que necesitamos obtener de otra fuente para el largo plazo.
La relación con la comida está aquí para enseñarnos sobre nosotros mismos. Entenderla es realizar un viaje de autodescubrimiento que se aleja de estar presionándonos continuamente con el sólo hecho de privarnos de ciertos alimentos o realizar hábitos que no van con nuestro estilo de vida, y más bien nos acerca a la libertad de poder elegir y saber que nuestros hábitos no nos dominan.
Somos dueños de cada decisión.
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