La historia de la policía en México, así como su desempeño ante la sociedad mexicana, siempre ha estado llena de desconfianza, abuso y corrupción. La función de los diferentes cuerpos de policía nunca ha sido del todo clara para la población del país y en muchos casos, la percepción que ésta tiene de los integrantes de estas instituciones va de la total desconfianza al abierto desacato, según sea el caso. Una encuesta de Consulta Mitofsky en el 2018 que preguntaba a la población su nivel de confianza en ciertas instituciones mexicanas colocó a la policía en el lugar número 13 de 18, por debajo de la Iglesia y las Redes Sociales, y un lugar arriba de los sindicatos.
Esta visión no es gratuita ni tampoco infundada, todos aquellos que hayamos sido víctimas de algún delito, hemos experimentado la naturaleza del proceso de justicia en nuestro país, y más concretamente, la frustración que se presenta al verse en la necesidad de pedir la asistencia de la policía ante una emergencia. Desde la falta de una atención eficaz, desinteresada e inmediata, hasta el hecho cuasi religioso que implica pagar con una mordida los «favores» que los agentes policíacos ofrecen para darnos la «atención» de su ayuda y tiempo.
Sin embargo, de todas las policías que operan en el territorio nacional existe un cuerpo que ha acaparado los reflectores de la atención púbica en las últimas semanas, y es que a uno meses de que Andrés Manuel López Obrador anunciara el inicio de operaciones de la Guardia Nacional, centenares de agentes de la Policía Federal se manifestaron en las instalaciones de la organización policíaca denunciando su inconformidad de incorporarse a las filas de la recién creada Guardia Nacional, aludiendo a supuestos abusos por parte de algunos mandos militares, pérdida de prestaciones laborales, circunstancias deplorables para su operación, pérdida de sueldo, entre otras cosas.
Ante las imágenes de protesta hubo muchas opiniones encontradas que se manifestaron inmediatamente a través de las redes sociales, algunas a favor, muchas otras en contra. Aquellos que se manifestaron en contra concordaron inmediatamente en hacer notar la ironía del acto de protesta o manifestación pública por parte de los miembros de la policía federal, la cual en sí, es la razón de esta nota. No niego que los policías federales tienen todo el derecho a exigir un trato digno en el trabajo, seguridades básicas laborales y sobre todo que pidan apoyo al pueblo mexicano al afirmar correctamente, que ellos también son parte de ese pueblo mexicano, eso que ni qué, sin embargo, hay que tener la cabeza hundida en un hoyo muy profundo para atreverse a pedir el apoyo para defender sus derechos al pueblo, mismo al que esta organización policíaca desde sus orígenes se ha dedicado a reprimir, golpear y abusar a tiempo completo.
Repacemos de forma breve la historia reciente de la Policía Federal como la conocemos, quien ha sido protagonista constante de los capítulos de autoritarismo más representativos de los últimos 20 años en nuestro país.
POLICÍA FEDERAL EN CIUDAD UNIVERSITARIA
En Enero de 1999, el entonces presidente Ernesto Zedillo ordenó la creación de la PFP (Policía Federal Preventiva) la cual integraban los ya conocidos cuerpos de la Policía Federal de Caminos, la Fiscal Federal y la de Migración. Esta nueva fuerza quedó adscrita a la Secretaría de Gobernación, quien la usó siempre como policía política al servicio del gobierno en turno. Para los universitarios como yo, les puede resultar familiar el hecho de que la PFP fue utilizada para romper de forma violenta la huelga del 99 en la UNAM organizada por estudiantes como protesta ante el plan de pagos que se pretendía imponer desde las esferas políticas a la Universidad entre otras cosas; permitiendo la entrada de 2,260 agentes de la federal el 6 de Febrero del año 2000, que llevó al arresto y encarcelamiento, por más de un año, de más de 1000 estudiantes universitarios.
POLICÍA FEDERAL EN SAN SALVADOR ATENCO, ESTADO DE MÉXICO
Otro ejemplo del protagonismo de la PF es el ya célebre e infame caso de los disturbios en San Salvador Atenco, los días 2 y 3 de Mayo del 2006 en el marco de las protestas de los habitantes de las poblaciones afectadas, por lo que sería el terreno donde se construiría el Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México anunciado por Vicente Fox, mientras Enrique Peña Nieto era Gobernador del Estado de México. En ese par de días, 2 personas fueron asesinadas, 207 detenidas arbitrariamente y 26 mujeres fueron abusadas sexualmente por miembros de las fuerzas federales.
POLICÍA FEDERAL EN CANANEA, SONORA
Durante el gobierno de Felipe Calderón Hinojosa, la Policía Federal Preventiva en Junio del 2009, se convirtió en la Policía Federal como la conocemos ahora, al otorgarle facultades de investigación y usarla como brazo operativo en la lucha contra la delincuencia organizada, sumándose a la guerra contra el narcotráfico que en ese momento era la bandera de legitimación del gobierno del presidente Calderón.
A un año de su remodelación, el 7 de Junio de 2010, la Policía Federal fue utilizada para apaciguar y recuperar el orden de una mina privada en Canenea, Sonora, propiedad de Grupo México, el grupo minero más grande del país y el tercer productor de cobre a nivel mundial. Para recuperar las instalaciones de los huelguistas se utilizó la fuerza pública a favor de un particular, en este caso de German Larrea, uno de los empresarios más ricos del mundo. En ese operativo, 2000 miembros de las las fuerzas federales se utilizaron para desalojar a los huelguistas, quienes con un movimiento jurídico orquestado desde la influencia política del empresario en la justicia mexicana, fueron separados de su contrato colectivo y desconocidos como sindicato representante de los trabajadores mineros.
Movimiento similar al que la Policía Federal tuvo en la toma, desaparición y resguardo de las instalaciones de Luz y Fuerza del Centro, movimiento ordenado por Felipe Calderón en donde la policía también fue utilizada como brazo operativo del poder político del gobierno en turno de aquel entonces.
POLICÍA FEDERAL EN NOCHIXTLÁN, OAXACA
Ya en el sexenio de Enrique Peña Nieto, el 19 de Junio de 2016, la Policía Federal irrumpió en la comunidad de Nochixtlán en Oaxaca para liberar la carretera de Oaxaca-Cuacnopalan, que había sido tomada por miembros de la CNTE en protesta por la Reforma Educativa. En este operativo se utilizaron 400 elementos de la Policía Estatal, 400 policías federales y 50 elementos de la Agencia Estatal de Investigaciones quienes abrieron fuego ante la población civil y los protestantes dando como resultado la muerte de 8 personas y alrededor de 450 heridos.
Hechos que fueron condenados por Amnistía Internacional y la Comisión Nacional de Derechos Humanos.
La fama de la Policía Federal es amplia, y estos son tan solo algunos de los ejemplos bien conocidos y documentados, más no los únicos. En el sexenio de Peña Nieto, entre los años 2012 y 2016, la CNDH confirmó 55 casos de tortura de 176 quejas presentadas en contra de elementos de la Policía Federal, siendo estos casos, denuncias de víctimas que encajaban con el modus operandi de los agentes de esta organización, quienes recurren a detenciones arbitrarias sin orden de aprehensión, torturas para obtener confesiones forzadas, siembra de sustancias u objetos ilícitos, privación de la libertad, uso desmedido de la fuerza, etc.
Con esta realidad es fácil confundir si las fuerzas de seguridad pública están para apoyar a la población o para obedecer intereses propios o políticos. Según el Manual del Policía: «El orden público implica por una parte, la obligación del Estado de velar para que existan condiciones de bienestar social y de progresiva calidad de vida para la población, y por otra, impedir que las personas sean afectadas en su vida, en sus derechos y en sus bienes«. Desafortunadamente, en México es un hecho que la policía está corrompida, y en el caso de la Policía Federal, su contribución a la operación del crimen organizado es innegable, nadie con tres dedos de frente podría negarlo.
La pregunta principal en estos casos es ¿Quién permitió la corrupción de la policía federal? En estos casos no sería prudente pecar de ingenuo y afirmar que solo un cambio de elementos resuelve el problema de la corrupción. Los agentes no se mandan solos, existen fuerzas muy por encima de un agente promedio que permitieron y utilizaron el poder de la policía para los intereses políticos y particulares que más convinieran en esos momentos. No es responsabilidad sólo de los agentes de a pie concebirse como parte de una organización que debería proteger a la sociedad, si quienes los protegen y dirigen, los envían a misiones donde hacen justo lo contrario.Si la organización se «echó a perder» como afirma López Obrador, es porque la echaron a perder.
Y si aceptamos la afirmación de que la policía también es pueblo, entonces cabría también aceptar que si los miembros del cuerpo son corruptos es porque las cabezas también lo son. Entonces al final, si los elementos de la Guardia Nacional estarán conformados por los mismos elementos que dieron origen a la Policía Federal en primer lugar ¿Cuál es el cambio?.
REFERENCIAS:
- Policía Federal cumple 90 años al servicio de los mexicanos | Excelsior
- Manual del Polícia (PDF)
- ¿Qué hacemos de la policía en México | Animal Político
- La policía en México: Muchas reformas pocos avances | UNAM
- CNDH confimo 55 casos de tortura por parte de elementos de la Policía Federal | Animal Político
Jorge es un entusiasta de la tecnología, el cine, la música, la historia y todo lo que sea consecuencia de la expresión del espíritu humano y de los esfuerzos por entender esa complicada naturaleza. Chacho para los amigos, Jorge busca poder lograr sus objetivos de ser un buen padre, ejemplo y amigo, mientras escribe, vive y supera sus numerosos obstáculos.