Por qué debería importarnos el Día Mundial de las Abejas | LandingMX


El día de ayer se conmemoró por primera vez el Día Mundial de las Abejas por parte de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), ya que reconoce el papel de estos insectos en cuanto a[1]:

  • La contribución y el papel fundamental que desempeñan las abejas y otros polinizadores en la producción sostenible de alimentos y la nutrición, promoviendo así la seguridad alimentaria para la población mundial en crecimiento y contribuyendo al alivio de la pobreza, la erradicación del hambre y la salud humana,
  • Reconociendo su Contribución que los servicios ecosistémicos proporcionados por las abejas y otros polinizadores aportan a la salud del ecosistema, al preservar el estado de diversidad biológica, la diversidad genética y de las especies,
  • Expresando preocupación porque las abejas y otros polinizadores están en peligro a causa de una serie de factores, en particular relacionados con los efectos de actividades humanas como los cambios en el uso de la tierra, las prácticas de agricultura intensiva y el uso de plaguicidas, así como la contaminación, las plagas, las enfermedades y el cambio climático, que amenazan su hábitat, su salud y su desarrollo,
  • Reconociendo la urgente necesidad de sensibilizar a todos los niveles y de promover y favorecer acciones para proteger a las abejas y otros polinizadores, a fin de contribuir a su salud y su desarrollo, teniendo en cuenta que es importante mejorar los servicios de los polinizadores para cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible, y
  • Reconociendo que la celebración de un Día Mundial de las Abejas por la comunidad internacional contribuiría de manera importante a sensibilizar a todos los niveles sobre la importancia de las abejas y otros polinizadores y promovería las iniciativas mundiales y las acciones colectivas para su protección.

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Pero, ¿cómo llevan a cabo las abejas el proceso de polinización?


Visión tricromática

 Las abejas tienen un espectro de visión muy parecido al del humano, pero desplazado hacia longitudes de onda más cortas. El ojo humano puede ver el espectro visible que no es más que los colores que se aprecian en un arcoíris, de los cuales vemos con más sensibilidad tres colores: azul, verde y rojo. De aquí que llamemos tricromática a nuestra visión.

 Las abejas pueden ver también con más sensibilidad tres colores: ultravioleta, azul y amarillo. Además de que pueden ver luz polarizada. El ojo humano no puede saber si la luz lo está.

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Ilustración 1: Espectro de visión comparativo entre humano y abeja (Menzel y Backhaus 1991).

 

Esta capacidad tricromática hace que ambas especies podamos ver sumas de colores y ampliar el abanico más allá de los colores básicos, aunque como se observa en la ilustración 1, la visión del color rojo para el caso de las abejas es muy ineficiente.

Entonces, nos encontramos en un panorama donde los colores, para humanos y abejas, no son percibidos de la misma manera, por ejemplo, una rosa roja para los humanos es bella, mientras que, para las abejas visualmente es poco atractiva.

¿Cómo ven las abejas el mundo?


 Si las abejas no perciben las flores rojas como nosotros los humanos, entonces ¿cómo es que hacen para llegar a ellas?

Resulta que algunos pigmentos rojos (aparte de reflejar el color rojo) reflejan una pequeña cantidad de ultravioleta que proviene del sol. Esta reflexión de la luz hace que no sean invisibles a las abejas.

De esta manera, la luz que reflejen los pétalos será determinante para llamar la atención de las abejas. Los colores azules y amarillos en los pétalos hacen que las flores sean muy llamativas (Faegri y van der Pijl, 1979). Lo mismo aplica para el color ultravioleta, en ambiente en donde predomina el color verde de las plantas, se convierte en un entorno oscuro donde los pétalos son como faros en el océano para los barcos que avisan hacia dónde ir (Frolich, 1976; Menzel y col., 1997).

Evolutivamente las flores han usado este método para hacer que las abejas las ubiquen con facilidad y se propague el polen que se deposita en sus patas cuando caminan sobre ella para recolectar néctar.

En esta evolución, no solo los colores le brindan información a las abejas de donde encontrar una recompensa, de eso se encargan las llamadas “guías de néctar”, pequeñas líneas sobre los pétalos que funcionan como las luces en la pista de un aeropuerto, indican el camino hacia dónde ir. De las flores polinizadas por abejas, un 30% tienen guías de néctar claramente visibles por el ojo humano, pero otro 26% tienen pautas ultravioletas que solamente son percibidas por el ojo de estos insectos (Proctor y Yeo, 1973).

En las siguientes parejas de ilustraciones se ejemplifica como es que una abeja observa las flores y el entorno que las rodea. La fotografía de la derecha se observan tonalidades en azul claro que representan la luz ultravioleta reflejada, mientras que las partes más obscuras pertenecen al color verde.

El caso de las flores de la planta llamada “Amapola”, a pesar de que sus pétalos son rojos, se refleja una cantidad pequeña de luz ultravioleta. En la ilustración 3, se analizan las flores de la planta llamada «Pepinillo del diablo». En ésta se distingue un área interna más oscura que absorbe la luz ultravioleta, que como se mencionó, pertenece al color verde, contrastando claramente con la zona externa del embudo de pétalos.

En este caso, en la zona externa del pétalo, aparece el denominado “púrpura de abejas» al mezclarse los colores de los extremos del espectro de este insecto: el amarillo y el ultravioleta (para los humanos el color púrpura es la mezcla de rojo y azul, los dos extremos de nuestro espectro). Esta zona externa está salpicada, a su vez, de sutiles guías de néctar absorbentes a la luz ultravioleta.

Cabe recalcar que las abejas no solo ven el mundo que aprecian por la reflexión de la luz ultravioleta, ven la paleta de colores que se obtenga de la suma de los tres colores que pueden ver con más sensibilidad.

Cuidemos a las abejas


 Si bien, solo se mostró el modo en que las abejas observan el mundo, sin hablar de la dinámica social de su especie, es suficiente para entender la importancia que las abejas tienen en nuestro ecosistema. En concreto, cultivos tan básicos para la alimentación humana como el maíz, frijol, arroz, tienen flores que necesitan de las abejas para reproducirse, en donde en el proceso de polinización interviene el juego de visión de colores.

Desde el punto de vista monetario, los productores de vino, por ejemplo, deben saber cuando aplicar los productos de protección de cultivos ya que en época de floración una pequeña parte de las abejas que circundan los viñedos, acuden a ellos debido al juego de visión de colores que les parece atractivo. De esta manera no las dañan y tampoco dañan la salud de las cosechas.

Así que entender completamente el proceso de visión de las abejas y como dicta esto a la dinámica ambiental, es crucial para resolver la problemática de alimentación, reforestación, monetario, ambiental, que nos incumbe a todos.

 


Referencias

[1] Tomado de la página de la ONU, relativo al Día Mundial de las Abejas: http://www.un.org/en/ga/search/view_doc.asp?symbol=A/C.2/72/L.32&referer=http://wss1.un.org/en/sections/observances/international-days/&Lang=S, revisada el 20 de mayo de 2018.

Sánchez-Echeverría, K., Castellanos, I., & Mendoza-Cuenca, L. (2017). Abejas visitantes florales de Opuntia heliabravoana en un gradiente de urbanización. Recuperado el 15 de 5 de 2018, de http://biologicas.umich.mx/index.php/biologicas/article/download/248/201

Menzel, R. y Backhaus W. (1991). Colour vision in insects. En: Vision and visual dysfunction. The perception of colour (P. Gouras ed.) Macmillan. Londres.

Faegri, K. y van der Pijl, L. (1979). The Principles of Pollination Ecology. Pergamon Press. Oxford.

Frolich, M.V. (1976). Apperance of vegetation in ultraviolet light: absorbing flowers, reflecting backgrounds. Science, Vol. 194, 839-841.

Menzel, R.; Gumbert, A.; Kunze, J.; Shmida, A. yVorobyev, M. (1997). Pollinators’ strategies in finding flowers. Israel Journal of Plant Sciencies, 45, 141-156.

Proctor, M. y Yeo, P. (1973). The pollination of flowers. Ed. Collins. Londres.

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