Los aceites vegetales se han utilizado desde la antigüedad tanto en gastronomía como combustible de lámparas y también en rituales religiosos. Se cree, específicamente, que el aceite de oliva nació casi al mismo tiempo que la agricultura. Incluso, excavaciones realizadas en la zona del Creciente Fértil (en Egipto) se han encontrado molinos de aceite.
La historia del olivo y su estrecha relación con la civilización es fascinante, pero no es lo que interesa a este artículo. Lo que me resulta curioso es que el término que utilizamos actualmente, “aceite de oliva”, es algo así como un pleonasmo a la décima potencia.
La palabra “aceite” proviene del árabe az zayt, del semita zayt, que evolucionó al hebreo bajo la forma zeit. Ambos términos designan al árbol del olivo. En la Biblia, Jesús se retira a orar al “Monte de los olivos” (Lucas 22:39-46), que en hebreo se denomina har-ha-zeit. En árabe, la oliva, el precioso fruto del olivo del cual se extrae el aceite, se llama az zaytuna.
Entonces, podríamos estar tentados a decir que “aceite” solamente es el de oliva y que “aceite de oliva” es un pleonasmo. Eso sucede en el idioma portugués, de hecho, en donde al de oliva se le llama azeite mientras que al resto, vegetales o minerales, se les llama óleos.
La palabra “óleo”, aunque no muy común, también existe en español. Se usa todavía para designar aquellos aceites utilizados en ritos católicos (los santos óleos), así como para referirse a un tipo de pinturas a base de aceite. En cosmetología y nutrición encontramos términos como “oleaginoso” y “oleico”.
¿Deberíamos hacer lo mismo? Antes habría que conocer también la etimología de la palabra “óleo”. Proviene del latín ŏlĕum, que a su vez deriva del griego ἔλαιον — élaion—. Esta misma palabra evolucionó al inglés como oil, al alemán como olie y al rumano como ulei. En francés, la palabra huile puede parecer un poco más alejada de esta etimología, pero de hecho originalmente la palabra era oile. Para la Edad Media, la “o” se había convertido en “u”, así que los monjes que se encargaban de copiar manuscritos le agregaron la “h”. Quedó como huyle, para diferenciarla de vile (ville, ciudad), pues en esa época la “u” y la “v” eran la misma grafía y las palabras se veían idénticas.
Pero antes de saltar a tratar de poner de moda el estilo portugués, habría que saber que tanto ἔλαιον como ŏlĕum significan… aceite de oliva. Provienen del griego ἐλαία –elaía— que quiere decir “oliva”.
Finalmente tiene sentido, el de oliva fue el primer y el único aceite que se conoció durante mucho tiempo. A medida que se descubrieron otros, no hubiera tenido sentido inventar nombres nuevos para cada uno. Así que ahora, especificar que un aceite es de oliva es correcto. Lo que no tiene sentido es decir “aceite de olivo” pues este producto que no ha faltado en nuestra cotidianeidad desde la antigüedad se obtiene del fruto, la oliva, y no del árbol.