La reciente madrugada del 14 de abril (horario de Damasco, Siria), el Presidente estadounidense Donald Trump, con el apoyo y refuerzo de Reino Unido y Francia, lanzaron “ataques de precisión” contra objetivos vinculados al programa de armas químicas de ese país árabe, después un supuesto ataque con sustancias no convencionales contra civiles de la localidad de Duma.
Es importante destacar que después del ataque en territorio sirio, Rusia introdujo un texto de resolución con el cual buscaba una condena manifiesta contra la agresión entre los integrantes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (5 permanentes -con derecho de vetar cualquier resolución- y 10 no permanentes), al considerar que Estados Unidos, Francia y Reino Unido habían “violado el derecho internacional y la carta de las Naciones Unidas”. No obstante, el documento fue desestimado por mayoría (ocho); a favor (tres); abstenciones (cuatro).
Cabe resaltar que Siria, pasa desde 2011-en el contexto del génesis de la primavera árabe- por un profundo proceso de degradación de la convivencia, debido a una compleja pervivencia de choque entre fuerzas internas, apoyadas y alentadas de manera diferenciada por potencias internacionales (Estados Unidos y Rusia, principalmente).
La insurgencia -con el beneplácito de la nación norteamericana- activada para derrocar al “dictador” sirio Bashar al-Assad, una fuerza político-militar siria respaldada por Rusia, cuyo presidente Vladimir Putin ha advertido que un nuevo ataque a Siria “puede sumir al mundo en el caos”.
En primer lugar podemos observar que esta tríada internacional evade el consenso internacional, debido a la no concreción de un apoyo unánime para responder a situaciones como esta que generan un clima de incertidumbre, pánico y tensión a escala global. Consecuentemente han actuado de manera unilateral al apresurarse y no esperar los resultados de la investigación sobre el terreno de los miembros de la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ), ente encargado de la aplicación internacional de la Convención sobre Armas Químicas.
Bajo mi punto de vista, toda la presión internacional está sobre este grupo de expertos extra nacionales debido a la actual persistencia de dos visiones hegemónicas en torno a lo ocurrido hace un par de semanas; por un lado, la de Estados Unidos y aliados, que acusan al presidente sirio de haber gestado el ataque; por otra parte, el Kremlin, señala que el mismo ha sido un montaje diseñado por expertos que buscan derrocar al líder de esa nación asiática.
En escenarios de extrema confrontación como este, debe haber sin lugar a dudas altos grados de mesura y diálogo para acercar posiciones exacerbadas que lo único que hacen es contribuir al desgarramiento progresivo y total de un país que cuyos habitantes ya han sufrido demasiado después de siete años de guerras intestinas.
Entretanto, podría interpretarse la intención del presidente sirio de aferrarse al poder por instinto de supervivencia, debido a su pertenencia a la minoría étnica alauí (alrededor del 10% de habitantes); confrontados históricamente por razones de identidad nacionalistas con los musulmanes suníes (alrededor del 75% de población).
Por otra parte, observamos una comunidad internacional polarizada, por lo cual es momento propicio para sellar un verdadero y auténtico pacto que permita castigar culpables (si los hubo en caso del ataque químico); pero por otro lado, debe ser un momento reivindicativo para repotenciar los mecanismos nacionales e internacionales para hacer efectiva la autodeterminación de los pueblos (mismos que no deben seguir siendo “conejillos de indias” para lograr controles geopolíticos en un mundo que se torna cada vez más unido derivado de las diversas y sofisticadas comunicaciones; pero desunido por el desencuentro de ideas (y en esto los lideres políticos deben dar un ejemplo civilizado y bienintencionado); en el escenario de trabajar por una humanidad que erradique en conjunto y globalmente -con hermanamientos o acercamientos ideológicos- los verdaderos problemas y amenazas que causan dolor y temor.
Señala de forma acertada el Dr. Abelardo Rodríguez Sumano, internacionalista de la Universidad Iberoamericana (UIA), que Donald Trump “debilita y erosiona el sistema internacional que proviene de la segunda guerra mundial”, debido a una volátil dirección de la política exterior del presidente norteamericano (que tiende a enfrentar aquellas figuras públicas que le adversan).
En conclusión, el solventar la situación siria podría pasar por una suma de voluntades, (desde el deseo del presidente sirio por una mayor apertura a las relaciones internacionales enmarcadas en la solidificación del estado de derecho y el respeto a los derechos humanos de los ciudadanos; hasta la gestión de retirada de fuerzas extranjeras antagónicas (sirias y rusas) para reencauzar el entendimiento y la comprensión local.
Posdata: El Presidente Donald Trump ha dado un paso al frente al anunciar -según medios de prensa- que Estados Unidos busca que una fuerza árabe reemplace a la norteamericana para ellos abandonar cuanto antes Siria, porque es una zona complicada.
Referencias
http://www.publico.es/internacional/siria-trump-busca-fuerza-arabe-despliegue-norte-siria.html