Los encabezados de todos los diarios de ayer señalaban que, de acuerdo con la Fiscalía de Jalisco, los 3 jóvenes estudiantes desaparecidos el 19 de marzo, habían sido asesinados y sus cuerpos disueltos en ácido el mismo día de su secuestro.
Las muertes de estos tres estudiantes se suman a las más de 234 mil que se tienen registradas en los últimos 12 años, producto de una estrategia fallida de combate a la delincuencia, y la impunidad rampante que provoca que grupos delictivos puedan actuar en total libertad.
Nos siguen sorprendiendo estos crímenes y ¡qué bueno! La sociedad mexicana se encuentra en un momento crucial, en el cual puede decidir a su presidente, representantes en la cámara de diputados y senadores, así como otros muchos cargos de elección popular en las diferentes entidades federativas. Sin embargo, no tenemos muchas alternativas, todos esos cargos serán secuestrados por los partidos políticos, salvo las, hasta ahora, honrosas excepciones de algunos candidatos independientes como Pedro Kumamoto.
De los 5 candidatos presidenciales, no hay ninguno que ofrezca una solución a los problemas de violencia e inseguridad que vive el país, que nos asegure que lo que les pasó a Javier Salomón Aceves, Jesús Daniel Díaz y Marco Francisco Ávalos, los 43 de Ayotzinapa o a esos más de 234 mil muertos y 60 mil desaparecidos, no va a repetirse.
El debate del pasado domingo, solo nos dejó ver la falta de preparación, de propuestas y de sentido común de los políticos que nos quieren gobernar. El candidato López Obrador que, de acuerdo a todas las encuestas, tiene la mayor intensión de voto, no fue capaz ni de decirnos qué significa la amnistía de la que tanto habla, mientras que los otros cuatro candidatos prometen seguir con la mano dura al combatir la delincuencia, tanta mano dura se propone, que Jaime Rodríguez Calderón (El Bronco), se atrevió a proponer cortarle las manos a los funcionarios que roben, ¡una desgracia!
Ahora hablamos de Javier, Jesús y Marco en Jalisco, pero antes fue Mara Castilla en Puebla y mucho antes, otros tantos, todos ellos estudiantes, que por solo querer vivir, los mataron o desaparecieron.
¿Qué futuro tendrá México, si lo estamos matando?