¿Acaso existe algún ser humano en la faz de la Tierra que no estuviera obsesionado con Trainspotting en algún momento de su vida?
Choose Life. Choose a job. Choose a career. Choose a family. Choose a fucking big televisión…
¿Quién no definió, su existencia en esta frase? ¿Quién no bailó al ritmo del soundtrack? ¿Quién no quiso probar la heroína? ¿Quién no creó un alter ego, a partir de sus personajes?
Trainspotting se volvió una película de culto que tradujo de forma perfecta la novela homónima e irreverente de Irvine Welch y marcó a toda una generación, a través de la vida de un grupo de jóvenes en Edimburgo, que sin aparente futuro, tratan de sobrevivir a través de la música, de las drogas, de la violencia, del robo, y del fútbol. Además fue una lección de madurez, pues nos inició en el tránsito de la apatía hacia el empezar a hacer algo con la vida, a dejar atrás viejos hábitos y a decir adiós a ciertas amistades. Nos encaminó hacia la edad adulta, una edad que duele, y que con el transcurso del tiempo, no siempre es lo que esperamos.
Es en esta adultez (precisamente) en donde nace T2 Trainspotting. El clásico brit regresa con el elenco original, y nos presenta una película en la que han pasado 20 años y vemos que nuestros héroes Renton, Sick Boy, Spud y Begbie no han cambiado mucho; los tiempos cambiaron, pero ellos siguen siendo los mismos… en esencia, porque ahora sobrepasan los 40’s, han subido de peso, han perdido cabello y han sido decepcionados por la vida.
El punto de partida de la cinta, inicia con el regreso de Mark Renton a Edimburgo, lo cual da pauta a un nuevo viaje, en el cual existen: cuentas pendientes por saldar, negocios por redondear y sobre todo amistades que reforzar. Pero como señala Spud: “…donde hay oportunidad, existe también traición”. ¿Se volverá a repetir la historia de hace dos décadas?
Lo maravilloso de T2 Trainspotting, es que no busca superar a su antecesora (cómo hacerlo), se vale de sí misma para transmitir energía, desfachatez y empatía (y mucha) hacia sus personajes. En un lapso de casi dos horas T2, nos hace testigos de un número musical extraño, mucha cocaína, selfies con filtros graciosos, vómito en una bolsa de plástico, allanamientos de morada, sexo con prótesis, chantajes, George Best, los suburbios, disfunción eréctil, una nota de suicidio, heroína de boca en boca, emprendedores montando burdeles, billares en edificios históricos… y, cómo no, el obligado cameo de Irvine Welsh, autor de Porno, novela en la que se basa el filme.
Por supuesto, la música es parte fundamental de la cinta, y tal vez no esté a la altura del soundtrack original, pero no decepciona. A lo largo de la película nos deleitamos con los ritmos de Run DMC, Young Father, Blondie, Queen, Frankie Goes To Hollywood, The Rubberbandits y claro, no podía faltar Iggy Pop con su clásico “Lust for Life”, que en la escena final (spoiler alert) nos conecta con la película de una manera maravillosa.
Danny Boyle, nos trajo una secuela que apela a la nostalgia que atañe al adulto contemporáneo, una nostalgia que tal vez las generaciones más jóvenes no comprendan, pero que los adultos de 30 y 40 entendemos a la perfección. Porque no importa cuál sea nuestra edad, tenemos que “elegir la vida”, tenemos que elegir nuevas necesidades innecesarias, como declama Renton dentro del filme:
«Elige la vida. Elige Facebook, Twitter, Instagram y confía en que a alguien, en alguna parte, le importe. Elige tu futuro. Elige los reality shows, llamar putas a las mujeres, difundir imágenes íntimas. Elige un trabajo basura a dos horas de camino. Y lo mismo para tus hijos, pero peor».[1]
Elige, elige elige, la vida es una maraña de elecciones, a veces buenas; a veces malas, pero eso sí: PROPIAS. Porque la vida cambia, pero nosotros seguimos siendo los mismos y la nostalgia convertirse en turista en un viaje hacia la juventud, en palabras de Ewan McGregor: “Ese sentimiento de verte en mitad de los cuarenta y mirar a la juventud como algo que no sucedió hace tanto tiempo, añorando la falta de responsabilidades. Creo que es algo que nos pasa a todos”.[2] Y eso es algo que vale la pena recordar.
Referencias
[1] Tomado de la página en Internet del diario El País: http://elpais.com/elpais/2017/02/23/tentaciones/1487847838_548873.html, consultada el 20 de abril de 2017.
[2] Ibídem.