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Internacional

Trump y el muro soñado

>Manfredo Martinez Manfredo Martinez
enero 12, 2019

La determinación de la administración estadounidense liderada por Donald Trump, se juega todas las cartas posibles en su afán y hasta obsesión para construir su muro para contener a todo migrante indocumentado que atraviese la frontera sur, pues según ha reiterado el dignatario, los migrantes son personas de dudosa procedencia y estilos de vida.

El cierre parcial del gobierno federal que inicio el pasado 22 de diciembre que puso fin a un 25% de la financiación del gobierno en el ejercicio de las funciones ejecutivas federales es una muestra más del enclaustramiento en el que se quiere ver el dignatario norteamericano se constituye además en una especie de inoculación en las mentes de la ciudadanía del “virus” de la xenofobia. El mandatario se niega a firmar la ley de presupuestos que no incluya 5,700 millones de dólares para construir su colosal y “necesaria obra”.

En un principio, la determinación es a todas luces una estrategia dictatorial, entendible en países del mundo subdesarrollado y copado por tiranos; pero el hecho de que la acción se desarrolle en Estados Unidos es un llamado ensimismo a una reflexión profunda sobre las tácticas modernas que implementan en varios países del orbe líderes ultraconservadores que además de “sacrificar” la tranquilidad de sus ciudadanos, impulsan paradójicamente acciones desagradables tendientes a limitar derechos universales como lo es la migración y en consecuencia los derechos humanos de aquellas personas que buscan mejores derroteros.

Bajo mi punto de vista, esta situación se vuelve mas alarmante cuando por ejemplo a nivel latinoamericano la reciente ascensión al poder de del presidente brasileño Jair Bolsonaro en el inicio del año 2019 comienza a convertirse en una caja de resonancia del mandatario estadounidense, que busca “legitimar” a toda costa sus ejecutorias, aunque lo anterior solamente profundize en la división de la sociedad a la que sirve. Me da a entender esta situación que Donald Trump, “sirve” a una parte de la ciudadanía (aquella que simpatiza con sus iniciativas); todo lo demás es “enemiga del pueblo” como ha calificado por ejemplo a la prensa que denuncia sus desbocadas acciones.

De suerte y por otra parte, creo que la entrada en escena el pasado diciembre de su contraparte “cercana”, el presidente mexicano  Andrés Manuel López Obrador (AMLO), es una manifestación “clara”  de la necesidad de trabajar diariamente entre dos fuerzas antagónicas; históricamente opuestas entre lo que es el “bien y el mal”, según sus percepciones. Indudablemente que los contrapesos son necesarios para evitar perderse en el laberinto “sin salida” de una visión unipolar de la realidad, la cual lleva invariablemente al caos e incluso a la violación sistemática de los derechos ciudadanos por afirmar una voluntad única, generando estereotipos y afectando oposiciones.

Donald Trump un cuestionado presidente estadounidense, quien no sabe a quién quiere y a quien no en “su tierra prometida”, no es digno de confianza cuando entre sus mismos paisanos goza de impopularidad “divina.

Pienso que las ideologías que toman “vida” a través de las clases políticas llamadas gobierno, obedecen en términos generales a principios capitalistas contemporáneos que responden a situaciones coyunturales (mismos que favorecen a ciertos grupos sociales y otros que son removidos a la nada, en medio de “incertidumbres”).

Creo que ahora más que nunca el ejercicio de la ética- ya sea aprendida en la escuela como aquella que es propia y autónoma en un espacio progresivo y propio debe motivar un debate continuo y vibrante sobre lo que es bueno y malo, en una sociedad contemporánea que busca mas de las situaciones inmediatas, compensadoras de vida.

En definitiva, todo sistema gerencial, político, educativo o de cualquier otra índole, para que cumpla con su razón de ser pasa por el respeto “al otro” en su pluralidad y diversidad humana. De lo contrario, florecen fricciones y particularmente en la iniciativa de Trump, crea resentimientos y contribuye sin dudar los llamados “lobos solitarios” que en la clandestinidad buscan dañar al país anglosajón.