A finales de los 90 yo tenía claras 3 cosas sobre el futuro: quería tener mi propia caricatura, quería ser astronauta y quería ver la televisión después de las 8pm en mi cuarto. Mi padre compraba 5 periódicos diariamente, y además de recortar las noticias que utilizaba para sus clases, me recortaba también las caricaturas de los “moneros”.
En su biblioteca, además, había una parte del librero con todos los libros de Rius y la colección completa de Los Agachados, con alguno que otro número de Condorito y de la Familia Burrón. Poco a poco, conforme crecía y me interesaba cada vez más en el tema, mis referentes fueron aumentando. Mafalda, Peanuts, El Santo y la Tetona Mendoza, Las Fábulas de Policías y Ladrones, el trabajo de Naranjo, Tute, Fontanarrosa o el enigmático Ahumada (siempre mi favorito) eran mis lecturas recurrentes. Después de una formación artística desde prácticamente la primaria hasta la universidad, estoy convencida que el dibujo es la herramienta que me permite traducir al mundo.
Y en una revisión entre mis referentes y el trabajo de muchas colegas que dibujan, pienso que nunca tuve un referente de una mujer que dibujara. Aún hoy, se habla de mujeres “ilustradoras” pero nunca de mujeres “moneras”. La tradición de la caricatura política en nuestro país, desde los talleres de gráfica de Posada hasta los nombres recurrentes de los artistas que publican en los periódicos siempre han sido hombres.
Yo crecí con su trabajo y admiro mucho su trayectoria, pero los comentarios que he escuchado del trabajo de muchas mujeres, incluyendo el mío propio, es “que no va más allá” de la ilustración, que no tiene contenido narrativo, que cuando no se dibujan plantitas se dibujan animales o monstruos; se trata de dibujos para “ilustración” infantil.
No creo que este tipo de juicios vengan solamente de una clara ausencia de referentes de creadoras en las caricaturas y cómics con las hemos crecido varias generaciones. También es cierto que el cómic y la caricatura narran una historia, explican un universo o hacen una declaración o “statement” político, y las historias de las mujeres, en el caso específico de América Latina, siempre han sido invisibilizadas. Contar una historia y representarla gráficamente fuera de los estereotipos o representaciones cuando desde el inicio no existe el ejercicio de escuchar la voz propia es un trabajo complejo que hoy muchas mujeres hacen, pero generalmente bajo ciertas pautas editoriales o estéticas y bajo la crítica constante de solo hablar a nivel personal.
Nunca pude entrar del todo en el mundo de DC Comics o en Marvel, pero hay dos personajes que me fascinan: La Bestia y la Mujer Invisible. En esta columna haré una reflexión semanal sobre las diferentes maneras en que se ha ignorado o silenciado el trabajo de muchas mujeres. Tal vez habría que desaparecer a voluntad, como Susan Storm-Richards. Ser una super heroína cuya cualidad fantástica es no estar.

Emiliana Perdomo (Ciudad de México, 1990) creció queriendo ser cosmonauta y estudió artes visuales en La Esmeralda e Historia en la UNAM. Fue locutora 5 años en NOFM Radio y hoy día considera al dibujo como la mejor herramienta de exploración a cualquier universo. Pertenece al Colectivo Descompás de experimentación sonora.

Emiliana Perdomo (Ciudad de México, 1990) creció queriendo ser cosmonauta y estudió artes visuales en La Esmeralda e Historia en la UNAM. Fue locutora 5 años en NOFM Radio y hoy día considera al dibujo como la mejor herramienta de exploración a cualquier universo. Pertenece al Colectivo Descompás de experimentación sonora.