El arte es expresión y bajo esta premisa también es juego. Por ello, les propongo precisamente un juego de creación literaria.
La siguiente narración se construye de la siguiente forma:
Utilizo algunas palabras, pistas y referencias que aluden a una palabra en particular, ya sea verbo, sustantivo o adjetivo. Una especie de acertijo que está escondido entre líneas dentro del texto de esta nota.
En el texto hay expresiones y palabras que hacen alusión a objetos, letras de canciones, conceptos, etc., que no necesariamente tienen que ver con la narrativa natural del texto.
Con base en estas indicaciones, descubre la palabra a la que hace referencia el acertijo del siguiente cuento. Durante tu búsqueda, recuerda enfocarte en conceptos y frases que se lean o se sientan “forzadas” dentro de la historia, así como términos raros o expresiones rimbombantes. Si quieres un ejemplo de cómo resolver el juego da clic a aquí. (La palabra a encontrar en el ejemplo es: PALOMA)
Ya estas listo para jugar. ¡Suerte!
INICIO
La pendiente blanca
“La locura nunca tuvo maestro” – se escuchó a sí mismo tararear dentro de su cabeza, mientras tamborileaba con el lápiz y observaba la pantalla, aún inactiva. Lo hace fijamente, vehementemente, obsesivamente, porque solo serán cinco números, cinco números (qué curioso, igual que en el disco, pensó) inconsistentes a la concatenación numérica hecha para los que vamos a bogar sin rumbo por ese que parece un perpetuo mar de destellos en la pantalla, por lo menos así se mira mientras los destellos se desprenden unos sobre otros, como copos de nieve cayendo.
Pero aún no, aún la pantalla está muerta allá arriba.
Sabe que frente a él, las montañas invernales seducen la mirada, ¿a quién se le ocurrió crear el complejo en un lugar con esa vista tan espectacular que exige nuestra total atención?, una verdadera tontería considerando lo que se nos viene encima cada día en menos de un minuto.
Salvo los tamborileos constantes de los lápices -todos a diferentes ritmos y secuencias- no existe otro sonido sobre el complejo.
Y de pronto la alarma y últimas palabras, casi gritos, del supervisor que mira a cualquier otra parte sin lograr domar sus nervios –es un desprendimiento profundo– escupe, y sus ojos se fijan en “los caballos de la exaltación”, esa pintura a la que acude siempre para no ver la pantalla, por que eso; es trabajo de nosotros.
Y entonces aparece el primer número y el siguiente y los destellos blancos inundan la pantalla y descienden vertiginosamente por ella. Bloque sobre bloque se nos vienen encima, tan rápido que el tiempo se reduce y sin saber que hacer con él, terminamos consumiendo el minuto, y sí, de nuevo hemos logrado capturar, cada uno de nosotros, los números inconsistentes de la masa blanca binaria.
Ha finalizado.
Las treinta almas que ahí estamos comparamos apuntes y salvo dos compañeros que escribieron dos dígitos diferentes sobre sus hojas, el resto coincide con los resultados. Nuestro supervisor apunta la secuencia final sobre la tira de papel que alimentará la central dentro de un par de horas, como siempre duda de hacer esta última encomienda, nos mira con una interrogante. Le sostenemos la mirada y al final un compañero se adelanta a decirle –recuerda que si no das un paso te estancas– y bajo esta verdad nuestro supervisor sale del cuarto.
Los números entran al sistema, por un día más, todo se procesa como debe, y todo estará bien… las montañas se mueven ahora, está lloviendo.
FINAL
Difícil ¿o ustedes qué creen? No tanto si tienen algo de curiosidad y siguen sus instintos, deseo que se diviertan y con este pequeño juego reafirmemos el poder de la lectura.